Hacia el sur de nuestra provincia, en el departamento de Pocito, a 18 km de la capital de San Juan, se encuentra la localidad llamada La Rinconada. Dicho nombre no se debe a hechos geográficos, sino a hechos históricos, dado que en el lugar fueron arrinconados y asesinados Antonino Aberastain (1861) y luego Amable Jones (1921).
Un lugar de ensueño y tranquilidad, donde aún conviven casonas, negocios tradicionales y centenarios, con las nuevas realidades que el porvenir trae. En la zona, prevalecen distintas plantaciones entre cerros que recluyen el lugar. Específicamente hablamos de una esquina emblemática: Calle Aberastain y Calle 14.
Entre 1870 y 1880 se realizaron los tendidos ferroviarios en el país, llegando a su máximo esplendor entre los años 1880-1910. Un abanico completo se trazó con centro a los puertos bonaerenses. La integración territorial y productiva produjo cambios importantísimos desde lo geográfico, político, social, económico, urbano y arquitectónico. Tal es así, que llegó a llamarse "La Urbanización de la locomotora".
Entre el siglo XIX y mediados del XX, Argentina fue el país que construyó el tendido ferroviario más extenso de América latina. El 12 de abril de 1885 se produjo la llegada del ferrocarril a San Juan; y lo hacía trayendo nada más y nada menos que al presidente de la Nación, Julio Argentino Roca.
Lo acompañaban Miguel Juárez Celman, Luis y Roque Sáenz Peña, Bernardo de Irigoyen, el Ing. Emilio Mitre, empresarios y hombres de negocios. El tren era el principal recurso para generar riqueza. La producción de la provincia empezaba a visualizar los beneficios de exportar.
La Rinconada se vio totalmente revolucionada por el advenimiento del tren, hecho que trajo aparejado el desarrollo de un departamento y por ende a la localidad, convirtiéndola en la principal área de carga y descarga de la provincia. El crecimiento fue celebrado por los productores que podían transportar sus riquezas a todos los lugares del país y del exterior.
Es así, que aparece la Estación Ferrocarril de carga y descarga "La Rinconada"; funcionando hasta el año 1993, fecha trágica y deplorable para el país, cuando por una decisión del gobierno del presidente Carlos Menem, cierra Ferrocarriles Argentinos y deja de funcionar el ramal.





Fuimos a visitar el lugar para encontrarnos con lo que queda en pie de un sitio histórico. Avanzamos por una hermosa y gran avenida donde el alineamiento de las palmeras nos direcciona hacia el lugar.
Un gran pabellón de carga y descarga nos recibe, con sus techos a dos aguas, delimitado por una estructura de hierro que se encuentra sobre un gran basamento, donde las chapas oxidadas por el paso del tiempo dejan entrever el plasmado de un cartel que identifica el lugar: "Pocito".


Al ingresar, encontramos con lo que fue el área administrativa, totalmente despojada de sus ventanas y puertas alargadas, donde solamente se puede apreciar sus techos a cuatro aguas, de madera y tejas francesas. Si intentamos agudizar los sentidos, podemos observar, en su interior, los restos de un cielorraso de madera de pinotea, que en su momento lució pleno y hoy se encuentra quemado por vándalos inescrupulosos.
El tradicional andén se halla totalmente devastado, aunque deja apreciar los detalles de terminación esencial de la arquitectura ecléctica de la época. Una estructura construida con rieles, convirtiéndola así en sismorresistente, representa toda una novedad para ese momento.



La casa del encargado con su estilo ecléctico, combina los detalles propios del entorno ferrourbanístico, con sus ventanales de vidrios repartidos y la majestuosidad de las puertas dobles alargadas.
La desidia y el abandono pudo más que cualquier terremoto, quedando el lugar a merced de la indiferencia y el olvido.


Indudablemente, sólo cabe pensar en una gran restauración de la estación. Sitio que se podría refuncionalizar, y en un horizonte no tan lejano constituirse en la nueva terminal de la Estación de Ferrocarril San Martín. Para ello es necesario planificar y elaborar políticas públicas acordes al desarrollo de San Juan.
Estamos ante un ejemplo emblemático, donde se puede combinar nuestra historia arquitectónica restaurada, con un nuevo proyecto y sus necesidades.
Para cualquier pueblo, es fundamental que su pasado y su porvenir logren entrelazar sus caminos. Si negamos nuestras raíces, condenamos al fracaso el futuro. El Estado, como agente indelegable en la custodia del patrimonio, es el único responsable de velar por un legado, que nuestros antepasados construyeron por el bien de la nación.
Fuente: Mg. Arq. Jorge Cocinero Raed – Profesor Universitario UNSJ. Presidente Accodepas – (Asociación Civil para la Conservación y Defensa del Patrimonio Sanjuanino).
Fotos: Sr. José (Pepe) España
