El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, limpió su propia casa. Despidió este martes a 43 militares que en su mayoría se desempeñaban en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial en Brasilia, más de una semana después de los violentos ataques de simpatizantes bolsonaristas a las principales instituciones democráticas del país.
Fueron destituidos 40 miembros del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea dedicados a la seguridad de la Alvorada sin ser dados de baja como militares. También fueron despedidos otros tres miembros del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), que se dedican a la Coordinación General de Operaciones de Seguridad Presidencial.
La resolución, publicada en el Boletín Oficial, no precisa los motivos de la salida de los militares, pero se produjo luego de que Lula expresara críticas a la seguridad en el Palacio del Planalto, sede del gobierno, cuando fue asaltado por activistas. Lula afirmó que en los ataques del domingo 8 hubo connivencia de militares y policías con los agresores.
Lula y su esposa, Rosángela “Janja” Silva, continúan hospedados en un hotel del centro de Brasilia a la espera de que sean realizadas las refacciones de la Alvorada, donde la Policía Federal hizo un rastrillaje en busca de aparatos.
La idea de Lula y la primera dama es instalarse en el Palacio de la Alvorada a finales de enero, a su vuelta de su viaje oficial, el primero, a Argentina.