En varias ocasiones la maternidad puso a prueba su coraje. A veces para hacer frente a las enfermedades o problemas que atravesaron sus hijos, incluso para superar los miedos de ser madres primerizas. Pero, por vocación o necesidad terminaron convirtiéndose en madres de armas tomar. Se trata de Paola Zárate, policía; Nilva Chirino, bombera voluntaria; y de Claudia Resa, guardia de seguridad, que en el marco del Día de la Madre hablaron sobre cómo lograron amalgamar su rol de mamá y sus profesiones de alto riesgo.
Paola Zárate se enfrentó varias veces a situaciones peligrosas desde que ingresó a la Policía de San Juan hace 18 años y la destinaron a cumplir funciones en el Barrio La Estación, justo en la época en que la Fuerza no podía ingresar a este vecindario sin ser atacada por los propios vecinos. Pero, eso no la asustó tanto como la pandemia. ‘Durante la pandemia sufrí mucha angustia y no por tener que salir a trabajar todos los días y exponerme al virus. Sino por el miedo de traerlo a casa y contagiar a mis hijos. Cada día al llegar del trabajo, me quitaba todo el uniforme y lo colocaba en una bolsa. Después me bañaba y desinfectaba para recién ver a la familia. Fueron muchos meses de temor y peligro, pero nunca se me cruzó por la cabeza dejar mi trabajo, al que amo con el corazón. No es fácil combinar ambos roles, pero no es imposible’, dijo la mujer.
Hace dos meses Nilva Chirino se convirtió en mamá. Está de licencia, pero con muchas ganas de volver al Cuartel de Bomberos Voluntarios San Juan para seguir tratando de salvar gente y de capacitarse con este objetivo. Es que aún no puede olvidar un caso fatal que la marcó para siempre. Fue el incendio en una casa del Barrio Los Alerces, en Chimbas, en el que murió calcinada una nena de dos años. ‘Aún tengo la imagen de esa nena en la memoria y sigo sintiendo la misma angustia y hasta impotencia porque no pudimos hacer nada para salvarla. Por eso vivo capacitándome para mejorar cada vez más. Sobre todo ahora que soy mamá y que quiero proteger a mi hija de todas las cosas malas, y poder intervenir en situaciones de peligro, minimizando los riesgos’, dijo la joven.
Los hijos de Claudia ya ‘son grandes’. Ariadna tiene 24 años y Joan 22. Pero ella igual siente mucha angustia cada vez que salen, ya que conoce los peligros de la calle. Es guardia de seguridad y, en algunas ocasiones, tuvo que enfrentarse a situaciones de riesgo como aquella vez que ingresaron ladrones a la empresa donde presta servicio. Tiene 52 años y ni siquiera piensa en la posibilidad de retirarse. ‘La maternidad y mi profesión son los dos tesoros más grandes que me dio la vida. Mis hijos son grandes e independientes, pero siempre van a ser mis niños. Y mi trabajo me sigue manteniendo activa y feliz por darme la posibilidad de cuidar a los demás’, sostuvo la mujer.
- Dejar un legado de valores para su hija
Nilva Chirino se define como una mujer responsable, solidaria e independiente. Y que busca heredarle con el ejemplo estas cualidades a su pequeña hija de tan solo 2 meses de vida. Es por eso que a su profesión de bombera voluntaria, le sumo el estudio de la carrera de Tecnicatura en Esterilización y un emprendimiento de venta de jugos naturales que desarrollo con su pareja. ‘Quiero transmitirle a mi hija la convicción de que todo se puede lograr con fuerza de voluntad, y que tiene que forjarse su propio camino para no tener que depender de nadie. Pero, sobre todo, quiero que sea una mujer de buen corazón, respetuosa y siempre dispuesta a ayudar a los demás’, sostuvo la joven.
Nilva dijo que dentro de poco volverá a trabajar, tras la licencia por maternidad, y que tiene muchas ganas de hacerlo. Si aún embarazada de 8 meses asistía al Cuartel al menos para atender las llamadas de urgencia.
> Con autoridad, pero con mucho amor
Su hija mayor tenia 4 años cuando ingresó a la Policía de San Juan. Y, aunque le costó bastante el despegue, pudo compensarlo con los logros obtenidos. Paola Zárate, de 45 años, se convirtió en la primera mujer motorista y chofer de este Fuerza. Actualmente también es la única mujer que integra el GAM (Grupo de Apoyo Motorizada) y es la encargada de manejar la camioneta RAM, el vehículo de mayor porte con el que cuenta la Policía. ‘Soy una policía muy operativa que me gusta andar en la calle. Y también soy una madre muy metida en la vida de sus hijos. Me saber cada movimiento que hacen y donde están todo el tiempo. No soy absorbente, pero me gusta estar siempre presente, sobre todo con mi hijo menor’, dijo.
> Con una gran vocación de servicio
En el 2012, tras separarse del padre de sus dos hijos, Claudia Resa tuvo que salir a trabajar. Nunca imaginó que encontraría un trabajo que se convirtió en una pasión que hoy, a los 52 años, sigue desarrollando. Ser guardia de seguridad no sólo le sirvió para mantener a sus hijos, sino también para crecer en lo personal, especialmente en su autoestima. Aunque en los primeros tiempos fue muy sacrificado. ‘Mis hijos no entendían porque tenía que pasar tanto tiempo con sus abuelos o porque yo no estaba los días domingos o no podía ir a las reuniones de la escuela o los actos escolares donde ellos participaban. De a poco, todos nos acostumbramos y aprendimos a valorar esta profesión que tiene mucho de vocación de servicio’, dijo.