Más de un año había transcurrido del cruce de los Andes, y la libertad de Chile aún no se había concretado totalmente. Fue el 5 de abril de 1818, es decir, hace dos siglos, el General José de San Martín, al mando del Ejército Libertador argentino – chileno, venció a las fuerzas españolas comandadas por el General Manuel Osorio, en los llanos de Maipú o Maipo. Esta batalla junto a la de Pichincha, Ayacucho y Boyacá, marca el fin del dominio realista en América española. Además fue la última cruzada del glorioso Ejercito de los Andes en campo, a escasa distancia de Santiago, comprendido entre los ríos Mapocho y Maipú, en territorio chileno. Maipú independizó concluyentemente de España, tanto a Chile como el Río de la Plata, además de ser un hito en todo el continente.

 

 

La histórica batalla retratada en una pintura

 

 

El 1 de abril, las fuerzas patriotas se encontraban organizadas y se componían de 4.700 infantes y 800 jinetes, en buenas condiciones, teniendo en cuenta el episodio de Cancha Rayada. 

En este ataque, el ejército había perdido casi toda su artillería, pero fue reemplazada por dos grandes cañones tirados por bueyes. San Martín, tenía a su cargo a los Generales Balcarce, Alvarado, y Quintana, a los coroneles Las Heras, los dos Escalada, Martínez, Melián, Necochea, Zapiola y Blanco, sin contar los capitanes y grados inferiores. Aquel encuentro tuvo como escenario un campo, situado a escasa distancia de Santiago, entre los ríos Maipú y Mapocho. 

San Martín se situó en la parte oriental llamada Loma Blanca, El ejército se divido en tres columnas. 

La batalla comenzó a mediodía de un día domingo. Sumaban los bandos 10.000 hombres, que se jugaban su vida. Se inició con tiros de artillería. Alzadas las banderas, “las columnas se descolgaron y marcharon a la carga, arma en brazo, sobre la línea enemiga”, dice el propio Libertador en su parte. Se entremezclan los gritos de ¡Viva la patria! ¡Viva el rey! El choque fue mortífero, cuentan algunos testigos que jamás se vio semejante carnicería. Hay detalles de esta beligerancia que reflejan el genio militar de quien guiaba a las huestes, como la formación en orden oblicuo de las líneas. Se considera que esta batalla fue desde el punto de vista militar perfecta. Miles de muertos de ambos bandos, cantidad de prisioneros españoles, sus banderas, armas y todo tipo de pertrechos. Entre nuestras bajas, dice Mitre, pagaron “el mayor tributo los negros de Cuyo, de los cuales quedó más de la mitad en el campo”. Aún no terminada la contienda, se presentó el General Bernardo O’ Higgins, con su brazo vendado, secuela de Cancha Rayada. San Martín exclamó “General: Chile no olvidará su sacrificio al presentarse en el campo de batalla con su gloriosa herida todavía abierta”. El Libertador, en el parte que envió al gobierno de Buenos Aires, daba cuenta de la acción, minimizando su glorioso genio militar, pero exaltando el valor de sus hombres.

 

  El gran estratega

Para la batalla de Maipú, el General José de San Martín contaba con 40 años de edad. Pese a sus achaques estomacales, se encontraba espléndido, con su espíritu intacto. José Pacífico Otero relata que estaba “cubierto con un poncho y reemplazando su falucho por el chambergo. El por qué de este cambio de indumentaria fue por razones estratégicas, para no ser blanco fácil de los realistas, ya que en esta batalla se jugaba el futuro de América. Otero también expresa que se “había subido a lo alto y con ayuda de sus anteojos dándose cuenta de la maniobras con que, para la batalla inmediata, se preparaba el enemigo (Cuéntase que exclamó: ¡Que brutos son estos godos! Agregando luego: “Osorio es más torpe de lo que pensaba. El triunfo de este día es nuestro. El sol por testigo”.