"Cuando comencé a jugar al fútbol, mi padre no tenía auto. Era pobre y mi entrenamiento no era muy cercano a nuestra casa así que tuvimos que ir en bicicleta. Ambos fuimos en bicicleta durante mucho tiempo. Mi papá solía vender cosas en la calle y él regresaba a recogerme a casa para el viaje", expresaba Marcos Rojo cuando llegó al Manchester United en 2014.
Faustino Marcos Alberto Rojo, como dice su documento de identidad, es noticia por el gol que le marcó a Nigeria para la clasificación de la Selección Argentina a octavos de final de Rusia 2018.
Él y su familia tomaron el resultado con tranquilidad y con la esperanza de seguir avanzando en el torneo. Marcos sabe que el fútbol es un premio y que lo que vivió en su infancia es la verdadera lucha de la gente.
Marcos nació en La Plata en 1990. Su madre era ama de casa y su padre, vendedor ambulante de churros y flores, entre otras cosas para "ganarse el mango". Cuando jugaba en inferiores del club Las Malvinas, Marcos llegaba en el caño de la bicicleta. "Hacían un gran esfuerzo", asegura Mario Barbarino, su primer técnico, quien charló con TN.
El defensor argentino tiene la particularidad de que nunca se olvida de su pasado. Cuando ya era futbolista del Manchester United fue a visitar el club Las Malvinas con su hija Morena en el caño de la bicicleta. Se dio el lujo de ponerse la camiseta del club y jugó un rato con la gente de La Plata. La sensación de jugar en el barrio nunca se la pudieron sacar.
Marcos Rojo sufrió mucho por las críticas que vivió ante la falta de minutos en Inglaterra o por actuaciones irregulares en la Selección. El grito de gol ante Nigeria fue un desahogo para él porque como dijo su madre, Marcos salía al partido "a matar, era la vida". Si hay algo que lo va a caracterizar a Rojo, es que nunca va a bajar los brazos. Eso lo aprendió de chiquito.