Como en cualquier concurso que se precie de tal, los finalistas del "Mejor Podador Profesional de Vid de San Juan" fueron tres, claro que al momento de anunciar al primero le tocó el turno a Martín Sepúlveda de la empresa Aimaré de la familia Pulenta, ubicada en 9 de Julio, donde trabaja hace 30 años. Indiscutido triunfador que según el jurado de expertos supo aplicar las técnicas justas y necesarias en un viñedo elegido por Bodegas Callia, en Caucete, que ofició de anfitrión de este certamen hace unos días.
El segundo y tercer lugar fue ocupado por Armando Miranda y Rosendo Pereira, ambos de Bodega Bórbore, premiados sobre un total de casi 40 participantes de diferentes puntos de la provincia que se animaron a la convocatoria. Todos recibieron bolsos repletos de herramientas entregados por Bahco, la empresa organizadora de este encuentro desde el 2012, aunque recién por segunda vez se hace en San Juan.
Se trata del primer fabricante europeo de tijeras de poda, serruchos, y demás herramientas de mano, que en el marco del programa de Responsabilidad Social Empresaria organiza este evento que tiene como objetivo incentivar a este sector tan importante para la vida y producción de los viñedos.
Sepúlveda quien ocupó el primer lugar también viajará a Mendoza el 26 de agosto para participar la final en la que será elegido el Mejor podador de Argentina, entre los seleccionados en Salta, Neuquén, Mendoza, entre otras.
Una de las curiosidades de la jornada fue que por primera vez concursaron 2 mujeres – Deolinda Isabel Alcaráz de Viñas de Alicante y Roxana Segura de Finca Segura- quienes obtuvieron un reconocimiento especial por parte de la empresa organizadora.
Los podadores dispusieron de 30 minutos para demostrar sus habilidades ante un jurado integrado por los ingenieros agrónomos Hugo Carmona, Ramiro Cascón y Beatriz Pugliese, quienes evaluaron a los participantes en base a criterios de precisión, destreza, técnica y velocidad al realizar los cortes.
Para sumar relevancia y reconocimiento a quienes están dedicados a realizar estas labores para los viñedos, el Consejo Deliberante del Municipio de Caucete, acompañó en esta edición, declarándolo de Interés Departamental Turístico y Cultural, bajo la resolución número 979.

El ingeniero de la firma Callia, Gustavo Matocq, junto con su colega Leonardo Neila, oficiaron de anfitriones de los podadores, ya que allí también se realizó un desayuno previo al concurso y luego un gran almuerzo.
Matocq fue el encargado de explicar las características del viñedo, incluso que había sufrido una helada tardía para que los podadores se adaptaran a esas circunstancias.
"La idea es que cada año una bodega diferente sea la anfitriona. Este año nos pidieron a nosotros y de inmediato nos sumamos porque es un reconocimiento a los trabajadores. Además hubo buena convocatoria en relación al año pasado y esperamos que siga creciendo", indica el ingeniero Neila.
El ganador
Martín Sepúlveda tiene 53 años y hace 30 que trabaja para la familia Pulenta donde se ha especializado en distintas labores de la viña. "Empecé con todo el suceso de las uvas haciendo viñas espalderas -adaptadas a la cosecha mecánica-, en distintos diferimientos. Así es que desde aquel momento aprendí como se hacen las cosas, cual es la mejor manera de podar porque la cosecha depende de una buena o mala poda. Siempre he tratado de hacer lo mejor y en este sentido los ingenieros con los que he trabajado como Rodríguez y Megliolli-, me han ido enseñando. Ellos hacían muchos ensayos de poda y esas cosas uno las va guardando y saca sus propias conclusiones. Es cuestión de guiarse por la característica de la cepa, si tiene no tiene vigor, es diferente en cada caso y de acuerdo a eso se trabaja", indica Sepúlveda quien también se presentó en la primera edición realizada en bodegas Bórbore.
Tanto disfruta de su tarea en los viñedos que asegura que quiere seguir trabajando tras su jubilación. "Estoy acostumbrado a la vida de campo así es que mientras se pueda voy a estar en la viña. Yo trabajo de corrido en Aimaré y después me voy a la finca Leotta y asesoro en algunos trabajos que he aprendido", indica Martín.
Su sueño no es precisamente ganar aunque va por todo porque lo que más le interesa es dejar bien a San Juan.

Clave para la cosecha
La importancia de la poda radica en que de ella depende la próxima y subsiguientes vendimias, así como la evolución de la cepa a largo plazo. Es una práctica compleja y delicada en la que se deben considerar diversos factores.
Estos y otros aspectos fueron tenidos en cuenta por los ingenieros agrónomos Hugo Carmona, Ramiro Cascón y Beatriz Pugliese para evaluar a los podadores del concurso citado.
Es un arte que se transmite de una generación a otra, y a través de diversas capacitaciones. Se trata de un oficio, que requiere de destreza y pasión.
"La poda se realizó en un espaldero que había sufrido una helada por lo que debían definir cómo podar la planta. Fue toda una tarea, y también una caricia al alma para los podadores, un reconocimiento a su labor. Es muy importante que vayan a exponerse y no cualquiera lo hace, eso es un mérito, es querer progresar. Podar es tirar la uva al piso porque la uva está en la yema, por eso es tan importante que sea correcta. Define la calidad y la producción", indica Carmona, vicepresidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, quien además destacó que la labor de todos fue "muy buena".
Tras la elección de los tres primeros puestos los integrantes del jurado indicaron cuales habían sido los errores cometidos para que de ese modo se llevaran una enseñanza para transmitir a sus pares.
La poda es imprescindible para controlar la planta, sirve para darle forma, regular la producción y mantenerla sana y con vigor. Tiene como finalidad limitar el alargamiento del esqueleto de la planta, con el fin de evitar su envejecimiento y de contener el desarrollo a un espacio compatible con el sistema de cultivo. Limitar el número de yemas, con el fin de regular y armonizar la producción con el vigor de cada planta.
Para cumplir este objetivo es necesario que la cepa esté equilibrada en cuanto a su capacidad. Es decir, que de acuerdo a su expresión vegetativa, posea un número apropiado de brotes de vigor adecuado para madurar correctamente sus racimos. La capacidad de la planta dependerá de factores internos (variedad, edad y estado sanitario) y externos (clima, suelo y prácticas de manejo del viñedo), y es la poda, entre estas últimas, una de las prácticas de mayor influencia en la cantidad y calidad de la uva.
