La Paz amaneció ayer lunes con las secuelas de una noche de violencia en la que turbas salieron en la
oscuridad a cometer saqueos e incendiar inmuebles horas después del anuncio de la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia. Pero hay amenaza de que lo peor está por venir.
Los medios de prensa bolivianos y las redes sociales se llenaron de imágenes tomadas en Cochabamba y El Alto, en las que se ve a multitudes de personas en marcha hacia La Paz al grito de "guerra civil", muchos armados con palos u otros objetos contundentes, y con promesas de reposición para Morales.
"La Paz ha vivido una noche de terror protagonizada por delincuentes, dirigentes y militantes que han destruido bienes que pertenecen a todos los paceños", lamentó el alcalde de La Paz, el opositor Luis Revilla, en un video.
Al menos 64 autobuses del transporte municipal paceño resultaron dañados después de que turbas les prendieran fuego tras ingresar a los garajes de ese servicio en distintos puntos de la ciudad.
Esa cantidad supone el tercio de la flota del servicio municipal.
Revilla aseguró que los culpables de los daños han sido identificados y que se están tramitando las denuncias pertinentes para que "estas personas respondan por sus actos".
Se registraron además ataques en comercios y viviendas particulares de la zona sur de la ciudad, que en las últimas semanas fue donde más se sintió la huelga ciudadana en contra de la reelección de Morales.
El hospital de La Portada, una de las clínicas más modernas de La Paz, sufrió varios ataques de grupos violentos con la intención de generar daños materiales. Las turbas atacaron también diferentes comercios, unidades policiales y algunas industrias en la ciudad vecina de El Alto, la segunda urbe más poblada de Bolivia y uno de los bastiones políticos de Evo Morales. El servicio de teleférico, uno de los principales medios de transporte de La Paz, tuvo que ser suspendido debido a los disturbios.