Habían conversado un montón, encadenando los variados temas que impone la libre asociación en los diálogos, hasta que su amiga, la jubilada Hilda Tobares (65), se despachó con una frase preocupante: "Recién salgo de bañarme, estoy esperando a Osvaldo, pero tengo miedo, tengo un mal presentimiento". Según Susana Burgoa, esa conversación sucedió a las 23,45 del 17 de diciembre de 2020. Un par de horas después, sobre la 1 del 18 de diciembre, los gritos de Hilda alertarían a su vecina en la Villa Ramos, Chimbas, cuando descolgaba la ropa del fondo y enseguida ponía a esa mujer y a su marido rumbo a la casa de la mujer. Cuando salieron se toparon con un hombre que salía y se subía a un auto para escapar. Adentro, supieron luego, Hilda yacía ultimada de 12 puntazos sobre su cama, vestida sólo con una bata y con la hoja del cuchillo que le dio muerte en su mano izquierda.
Aunque ayer Burgoa aseguró que Hilda no le dijo a qué temía, sí remarcó que nunca antes la había escuchado decir algo así. Tampoco reconoció en fotos al auto de "Osvaldo", ese sujeto que también -dijo- iba a visitar a su amiga en moto. Pero entre lágrimas lo reconoció en la sala de juicio al sujeto que le había mostrado en fotos la Policía, que vio en una foto en el teléfono de Hilda y también un tiempo antes, sentado dentro de la casa de su amiga.
Según Burgoa, Hilda le dijo que ese hombre se llamaba "Osvaldo", que trabajaba en una conocida pizzería y vivía en Rawson con su madre.
Pero el sujeto en realidad se llama Jorge Carlos Barahona (46) y no vive en Rawson, sino en Santa Lucía con su pareja.
Los dichos de la amiga de la víctima contradicen la versión que dio Barahona, porque ayer la mujer declaró ante los jueces Juan Bautista Bueno, Silvina Rosso de Balanza y Maximiliano Blejman (Sala II, Cámara Penal, secretaría de Patricia Katuchín) y el fiscal Daniel Galvani, que la víctima le comentó que se estaba conociendo con ese hombre y tenían relaciones sexuales.
- VERSIÓN BARAHONA
En la primera audiencia del juicio, Barahona dijo que Hilda era una de las tantas amigas que tenía y de las que su pareja de hace 20 años no sabía, porque en una ocasión había tenido un romance de un par de meses con otra mujer y hubo problemas.
Barahona no sólo negó tener sexo con Hilda. También declaró que era incapaz de matar a nadie, que ni siquiera podía ver sangre y respetaba a las mujeres. Y que puntualmente al salir de trabajar aquella noche, fue a la farmacia a eso de las 00,30 a comprar antibióticos para sus dientes y pidió aportar el ticket de la operación. Además, aseguró que luego de la farmacia fue al barrio Los Tamarindos, Chimbas, a ver a otra de sus amigas, Claudia Cristofolletti.
Y lanzó otra teoría del crimen que lo desliga: aseguró que pudo ser un exyerno de Hilda, que había mandado a otro a ejecutarla porque esa versión les había llegado a uno de sus parientes. Aclaró que no dio esa versión antes por miedo a que le hicieran algo a esos familiares.
Según esa teoría, Hilda tenía bastantes problemas con su hija porque no toleraba que la nueva pareja de la joven la golpeara, y por esa razón consiguió la tenencia de sus nietos. A causa de eso, había recibido amenazas del sujeto.
El defensor oficial, Carlos Reiloba, ya pidió citar a la amiga con la que dijo estar su defendido y también a los testigos que -en teoría- instalarán la hipótesis de que el crimen pudo cometerlo otro hombre.