Dos pianos sobre el escenario. Dos pianistas virtuosas. Esos son los principales condimentos de la función de abono de Mozarteum de esta noche en el Auditorio Juan Victoria. Pero aún hay un detalle, no menor: que las protagonistas del concierto son madre e hija. Karin Lechner y Natasha Binder integran una destacada estirpe de pianistas argentinos. Hija de Lyl Tiempo, Karin debutó a los 11 años y a los 13 grabó su primer disco para Emi con obras de Bach, Schumann y Chopin. Formada en Venezuela, París y Londres, entre sus guías musicales están Nelson Freire, Daniel Barenboim, Rafael Orozco y la prestigiosa Martha Argerich, amiga de su familia.

Natasha tiene 18 años, a los 9 debutó en el Teatro Colón junto a la Filarmónica y desde entonces ha sumado conciertos y alabanzas. Hace sólo un par de años que comenzaron a tocar juntas y esta gira que las trae a San Juan les permitirá compartir tiempo como madre e hija, ya que la joven Natasha acaba de mudarse a Montreal a estudiar.

"Estábamos muy contentas desde que surgió esta gira, porque vamos a poder compartir estas tres semanas juntas", dice Karin a DIARIO DE CUYO. Natasha acaba de dejar la casa de la calle Rue Bosquet, en Bruselas, sitio que se hizo conocido después de "La calle de los pianistas", film de Mariano Nante, que aborda de manera documental la vida de ambas pianistas, desde el enfoque de la adolescente, rodeadas de otras glorias de la música.

"Desde que supe que me voy a tocar a San Juan estoy muy emocionada. Fui dos veces a tocar allí con mi papá Jorge Lerchner, hace unos 30 o 40 años. Tengo recuerdos muy vivos, muy fuertes, sobre todo porque había tocado con mi papá, que murió hace mucho tiempo", dice la artista sobre otros conciertos, también en el Auditorio, de los que daba cuenta en este mismo diario por entonces, también destacando el talento de la joven pianista.

 

 

-Aunque está instalada en Europa hace años, siempre vuelve a tocar en Buenos Aires.

-Me gusta muchísimo venir a la Argentina, tengo familia aquí, Natasha es belgo-argentina, le encanta Argentina, cada excusa es buena para volver y pasarla bien. Acá hay miles de cosas para hacer culturalmente y humanamente aquí, tengo mis raíces bien argentinas. Este año es la segunda vez, antes estuve tocando con Annie Dutoit.

-¿Cómo las cambió que hicieran una película sobre ustedes?

-Hablaré sólo por mí, no puedo hablar por Natasha. Me parece un filme muy interesante, no sólo porque habla de lo que significa ser pianista y la música, sino el tema familiar, el tema madre e hija. El director filma un momento de nuestras vidas como madre e hija, que si filmara hoy es otra relación, las dinámicas van cambiando y en la adolescencia hay cambios muy fuertes.

 

-¿Usted quería que ella fuera pianista?

-Siempre una hija mira a su madre, se identifica con ella. A mí me pasaba con mi madre. Pero hay cosas en las que no quiere ser como su mamá. Ella tiene un amor muy grande por la música, como por ejemplo ensayando el otro día me dijo: "Ves este compás de Debussy, la armonía que hay aquí; sólo por estas dos notas me digo que vale la pena hacer lo que hacemos". Entonces yo recibo estos mensajes de ella, que me dicen que ella está feliz de hacer lo que hace, que no es una siempre elección. Ella no nació y dijo "quiero ser pianista", eso se guía en un hogar, en una familia y en nuestro caso, todos tocamos el piano, era muy natural que ella también.

 

-Niñas prodigio ambas, ¿cómo maneja la presión o los nervios de actuar de niña?

-Cada caso es diferente, en mi caso lo viví con naturalidad. Para mí no era un momento de nervios, nunca estuve nerviosa realmente, si estaba bien preparada no tenía por qué estar nerviosa. Además yo fui actriz en Venezuela a los 7 años, ya tenía una exposición al público súper masiva, además de ser pianista.

 

– ¿Esta buena experiencia te ayudó a acompañar a tu hija en sus comienzos?

-Supongo que sí, ahora recuerdo cuando fuimos a Londres donde ella debutó, que yo le decía "no entiendo a la gente que se pone nerviosa para tocar", porque si uno se sabe lo que tiene que hacer no hay por qué estarlo; hablábamos del tema de los nervios, de tocar en público y ella me contestaba a sus nueve años, "tenés razón mamá, yo tampoco entiendo". Creo que yo le transmití mi experiencia y ella pudo vivirla de esa manera también. Luego, su personalidad es muy diferente a la mía, ella tiene una personalidad muy fuerte, por suerte; quiere hacer las cosas a su modo, es otro camino.

 

– ¿Es lo mismo ser parte de una familia de músicos, que de abogados o médicos?

– La diferencia con la música es que uno está muy expuesto. Es como estar desnudo permanentemente. Cuando yo estudio, las orejas de todo el mundo, sin querer, están escuchando. No es algo muy íntimo a menos que uno se vaya a un estudio, es algo que se comparte muy fácilmente. Acabo de hacer un concierto con mi hermano en Ámsterdan y él le mandó la grabación a mi madre, y ella lo escucha, opina, comentamos. Es algo mucho más compartido, todos hablamos el mismo lenguaje, es natural.

 

-¿En qué escenario le gustaría tocar que no haya tocado?

-No tengo una idea fija de algún escenario. Porque además de los que conozco, el Teatro Colón es de los más maravillosos que me han tocado, siempre disfruto y siempre es diferente volver a tocar allí. Para mí, hacer música es lo que me interesa, el escenario viene después. Si yo estoy enamorada de una obra y quiero tocar esa obra, es importante que la realice y logre hacerla en público. En dónde, me importa menos.

 

-¿Qué es el piano para usted?

-El piano es un instrumento que me ayuda a expresar lo que siento por la música, podría haber sido violín, clarinete o el canto. La música es lo que me moviliza.

 

DATO

El concierto a dos pianos, en el marco de la programación de Mozarteum, es hoy a las 21.30 hs en el Auditorio Juan Victoria. Entradas $500 (general) y $350 (alumnos de la escuela de música), en venta en Av. J. I. de la Roza 161 oeste, local 5, teléfono 4200899.