Es llamativa la metodología de trabajo del gobierno nacional al encarar las crisis: proponer, equivocarse, retroceder, volver a intentar y, si aún todo va mal, echar mano a la frase ya gastada por distintos funcionarios en situaciones diferentes: ‘Les propongo una agenda común’. En este caso, la propuesta salió de la boca del propio Mauricio Macri hacia cinco gobernadores justicialistas -entre ellos el sanjuanino Sergio Uñac- y dos de sus funcionarios más encumbrados en una reunión en la Casa Rosada, justo cuando el humor social había descendido proporcionalmente a la escalada imparable del dólar. Por lo que se ve desde afuera la ‘agenda común’ que le propuso el presidente a los gobernadores tiene distintos significados, dependiendo del color político con el que se la mire: para el macrismo es apoyar todos sus mandatos; y para los gobernadores es consensuar los temas en los que están involucrados, como presupuesto u otros similares. Habrá dos pruebas que mostrarán si ese mitín propuesto por Cambiemos dio sus buenos frutos, a pesar de las distintas lecturas: la media sanción que se viene en Senadores al proyecto para frenar las tarifas, y el ritmo de la obra pública, cuya continuidad quedó en vilo luego que Nicolás Dujovne anunciara que para achicar el déficit recortarán 30.000 millones de pesos a la obra pública. La postura del pocitano es clara: apoyar lo que haga la Nación siempre y cuando no se perjudiquen los sectores sociales más vulnerables. La prudencia de Uñac quedó plasmada en una declaración esta semana: "Hay que ser prudente hasta conocer la receta del Fondo".

Llama la atención la soledad en la que se lo vio al Presidente en esta crisis. Él hizo una ‘cadena’ para anunciar el préstamo, él se reunió con los gobernadores opositores, con sus socios políticos y con los empresarios más poderosos del país. Si bien estuvo secundado en algunos de esos momentos por ministros y otros colaboradores, su imagen prevalece ante la opinión pública y lo convierten en el destinatario de las críticas que pululan -fogoneadas o no- en las redes sociales y en la opinión pública en general. Las imágenes, tanto con empresarios como con gobernadores, lo muestran como anfitrión, dejando en descubierto su actuación principal en un tema de alto impacto negativo. Llamativo de un gobierno que le pone horas y millones de pesos a la comunicación en medios tradicionales y de los otros. El periodista Marcelo Bonelli publicó el viernes en Clarín, al relatar que el mandatario había conversado en secreto con economistas que no son de su gabinete antes de tomar la decisión de volver al Fondo: ‘Esas conversaciones las conoce solo él y ni siquiera las compartió con su círculo íntimo. Son directas y para testear la visión que tienen de la marcha económica. Lo hizo porque confirmó que varias proyecciones que le prometieron sus funcionarios nunca se cumplieron. Habló con varios exfuncionarios de gobiernos con experiencia en crisis. E hizo por lo menos 4 interconsultas telefónicas con otros especialistas, todas rigurosamente reservadas. En Wall Street se considera un error no haber preparado en secreto la negociación y mucho más difundir -por puro marketing interno- supuestos programas generosos del FMI aún no definidos’. Los gobernantes suelen tener otras fuentes de consulta, no es grave eso. Lo grave es que se haya conocido que lo hizo, porque deja al descubierto su desconfianza, justo en el momento en el que esa palabra es la que más necesita reforzar sobre su gestión.
Como quiera que sea, la agenda común que propuso Cambiemos podría abrir un nuevo escenario político. Uñac, se ve, está a punto de lograr que el macrismo dé por cerrada la pelea que le abrió en diciembre del año pasado, cuando el sanjuanino mandó a sus legisladores a votar en contra de la reforma jubilatoria. Aquella decisión abrió una herida que la Nación profundizó, probablemente, más de lo necesario. Este episodio y la charla con el presidente chileno Sebastián Piñera, Macri y el sanjuanino por Agua Negra, son hechos que desalientan las sospechas sobre un alejamiento entre la Nación y San Juan. Además, desde aquella discusión por la ley previsional, el tablero cambió. Macri ahora necesita de los votos y el apoyo político del sanjuanino, y otros, para no cargarse con el costo político de tener que vetar el proyecto de freno al tarifazo que lo dejó -otra vez- derrotado en diputados. Necesita apaciguar las críticas naturales de volver al FMI, sigla que sólo trae malos recuerdos a los argentinos. El macrismo obtuvo un buen resultado electoral el año pasado, pero aún sufre en los debates parlamentarios. Por ejemplo, en el Senado tiene 25 legisladores, el kirchnerismo 9 y 24 ostenta Argentina Federal que comanda el justicialista Miguel Ángel Pichetto, donde además militan los sanjuaninos Rubén Uñac y Cristina López.
Por distintos motivos los gobernadores peronistas que participaron de la reunión con Macri son los de mayor ascendencia sobre el resto: además del sanjuanino estuvieron los mandatarios de Córdoba, Juan Schiaretti; de Entre Ríos, Gustavo Bordet; de Tucumán, Juan Manzur; y de Chaco, Domingo Peppo. Junto a Macri estuvo también el jefe de Gabinete, Marcos Peña; y el ministerio del Interior, Rogelio Frigerio. Después hubo reuniones con otros, pero no estuvo Macri. La Casa Rosada divulgó que esos mandatarios habían dado su apoyo al acuerdo con el FMI, pero luego ninguno de ellos lo confirmó. Uñac prefirió la prudencia y dijo que hasta que no se conozcan detalles del acuerdo, es decir, lo que pide el Fondo, no se pronunciará ni a favor ni en contra. Y el resto, más o menos fue por la misma línea. La diferencia del sanjuanino con los demás mandatarios, es que casi la totalidad de las obras que se están haciendo en la provincia, se llevan adelante con fondos provinciales, no nacionales. Eso lo deja en ventaja sobre el resto.
Habrá ajuste, de eso no hay dudas. Dicen que en la ronda de encuentros de Macri y sus funcionarios con distintos mandatarios eso quedó claro. Peña intenta bajarle el tono a esa realidad, pero la verdad es que el ajuste se va a producir. Lo que no debe permitir la Casa Rosada es que el ajuste se haga sobre los que menos tienen, porque con lo de las tarifas ya es suficiente. Hay cierto sector que aún apoya al Presidente, que son los que más tienen. Probablemente no sea mala salida meter mano a ese sector de la población, y liberar la presión sobre el resto. Porque, además, el resto, el de menores ingresos, es el que puede dominar el kirchnerismo o el peronismo. Y ese dominio es peligroso. Esta semana un juez con años de experiencia política se manifestó macrista y afín a los recortes, porque ‘no se puede gastar más de lo que ingresa’. Los que tienen ese nivel entienden y asimilan la situación, pues bien, entonces que la paguen más cara.
De igual forma, como viene la mano, la reunión de los gobernadores del martes que viene, puede ser un hito importante ante la posibilidad de que se pongan de acuerdo y tomen una postura común, que puede salir a favor o en contra de lo que pretende la Rosada. Va a ser un día difícil para la Nación, porque ese mismo día el Banco Central debe enfrentar el vencimiento de $670.000 millones de Lebacs. Este vencimiento equivale al 52% de todas las letras en circulación en el mercado. Será un supermartes de especulación.
