La hora de la cena tiene mucha más importancia de la que creemos. Especialistas indican que, nuestro organismo está sincronizado con el ciclo de luz-oscuridad, lo que significa que prácticamente todas nuestras funciones tienen un ritmo circadiano que se repite cada 24 horas.

Por ejemplo: el cortisol se produce por la mañana, sobre las 8 am (2 horas arriba o abajo según el cronotipo que tenga cada uno), la melatonina por la noche (entre las 2 y las 4 de la mañana), así como la síntesis de hormonas y neurotransmisores. Pero también los enzimas digestivos tienen ritmos circadianos y sus horas ‘preferidas’ para trabajar.

A partir de las 19.00 horas baja la producción de insulina y va aumentando la resistencia a la misma: tendrás digestiones más pesadas y mayor tendencia a ganar peso, o en caso de que se prolongue en el tiempo, ir creando un caldo de cultivo para un síndrome metabólico.

Según un estudio publicado en 2020 en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, "el nivel máximo de glucosa después de la cena tardía fue aproximadamente un 18% más alto que para el grupo que cenó dos horas antes, y la cantidad de grasa quemada durante la noche disminuyó en aproximadamente un 10% en comparación con una cena más temprana", comenta el primer autor del estudio, Chenjuan Gu. La catedrática Escames, nos señala también que en la actualidad se está estudiando la relación entre trastornos digestivos y algunas patologías neurodegenerativas, como la del Alzheimer.

¿CÓMO SABE EL CUERPO QUÉ HORA ES?

En nuestro organismo hay distintos relojes. El central estaría en el núcleo supraquiasmático, y luego hay una serie de relojes periféricos con ciclos de 24 horas y que están regulados por la melatonina.

El núcleo supraquiasmático está conectado con la retina, que le informa del momento de luz a través de una serie de neuronas. Y a su vez, el núcleo supraquiasmático está conectado con la glándula pineal, cuando hay luz se bloquea el núcleo y no se genera melatonina, y viceversa.

CENAR TRES O CUATRO HORAS ANTES DE ACOSTARSE

Por todo lo explicado, la Dra. Escames tiene claro que se debería cenar entre 19.00 y 21.00 de la tarde, y en cualquier caso, siempre tres o cuatro horas antes de acostarse. Sobra decir que el tipo de comida ingerida también influirá en nuestra digestión, y a la larga en nuestra salud. Y aunque decidir cuál es la cena ideal daría para otros cuatro o cinco artículos, los expertos señalan que no debe consistir en un picoteo o tentempié, sino en una comida completa y equlibrada similar a la que deberíamos haber hecho al mediodía. Por tanto, esta debería tener proteínas de calidad y algún hidrato de carbono, con la verdura como protagonista.

Pero recuerda, unas cuantas horas antes de acostarte, por los efectos que hemos explicado y porque acostarnos ”llenos" hará que nos levantemos con sensación de plenitud y que no desayunemos, o no lo hagamos de la forma correcta. Y recordemos que el desayuno es una comida fundamental (además de ser un placer para muchos de nosotros) pero es que además hará de sincronizador mañanero para los ciclos circadianos.

Fuente: Telva