La escasez de agua potable y para regadío es un drama histórico en Mogna, tanto por el escaso caudal proveniente del río Jáchal como por la calidad del insumo, ya que el actual sistema domiciliario está destinado únicamente a la higiene personal, lavado y riego de algunas plantas, en tanto la de consumo es suministrada en camiones tanques semanales enviados por la intendencia de Jáchal. La perforación y la electrobomba tienen permanentes problemas, siendo el último y más grave el corte producido el 21 de septiembre pasado.

La precariedad del servicio incluye la distribución a cargo de la Unión Vecinal de Mogna, sin recursos para alcanzar una solución definitiva, la que quedará en manos del Gobierno provincial a través de OSSE e Hidráulica y el apoyo técnico del Instituto Nacional del Agua, según se prevé oficialmente. Este camino parece el indicado para llegar a la solución definitiva, mientras tanto los moquineros están recibiendo agua envasada como donación desde otros puntos de la provincia.

Lo importante es que la decisión política para la solución definitiva ya está tomada, pero va a demorar porque no es fácil debido a la mala calidad del agua subterránea y la del ínfimo caudal del río, altamente mineralizados. No obstante, los vecinos hicieron un dique de ramas para derivarlo a la toma y desde allí a las acequias, como último esfuerzo para evitar que se sequen los cultivos.

El abastecimiento de agua potable en Mogna plantea un problema tan complejo como el de Huaco, otro distrito con déficit de suministro donde se optó por buscar una napa de buena calidad, pero fue ubicada a 12 kilómetros del pueblo. Desde ese acuífero apto llegará el servicio a los vecinos mediante una perforación y acueducto lo que implica una obra que lleva tiempo, pero se ha optado por poner fin a los reclamos por la calidad del agua potable y la confiabilidad del sistema.

Un estudio similar se proyecta para Mogna y es de esperar que sean los organismos provinciales correspondientes los que asuman los trabajos, de manera de evitar la administración vecinal cuando todo esté terminado y, hasta tanto, que la solidaridad de los sanjuaninos continúe con el aporte de agua envasada para sumarla a la rutina del tanque municipal, porque se trata de un estado de emergencia rayano en la supervivencia de un pueblo olvidado en medio del desierto.