Hubo que pasar 6 controles policiales antes de llegar al oratorio de la Difunta Correa. Presentar el permiso de turismo interno para poder acceder al corazón del paraje y prestar mucha atención a la cartelería que informaba por dónde circular de manera correcta. Sin embargo, y a pesar de todos esos controles y otros más, muchos fieles hicieron caso omiso a los protocolos. Movieron vallas para pasar por lugares prohibidos, se amontonaron en las escalinatas y tocaron en numerosas oportunidades la imagen de Deolinda, cosa que no está permitida. Así, con una jornada llena de controles y con poco respeto a los cuidados, se vivió ayer el Viernes Santo en Vallecito.
Sin peregrinaciones ni asados en los parrilleros, el paraje mostró postales totalmente diferentes a las de años anteriores, cuando se llenaba (excepto en 2020, que estuvo cerrado por la pandemia de coronavirus).
Carteles indicando que se debe mantener la distancia y que las personas deben higienizarse sus manos se vieron en cada rincón del paraje. Sin embargo, en las escalinatas para subir hasta donde está la imagen central de la Difunta Correa, muchas personas se aglomeraron a pesar de las incasables advertencias de los trabajadores del lugar. "Se portan muy mal algunos fieles.
Les decimos que sólo pasen dos personas y de repente entran cinco. También están los que llegan sin barbijo, cosa que sabemos que está prohibida", dijo Carlos González, uno de los hombres que cuidaban el ingreso del recinto donde está la imagen histórica de Deolinda Correa. Otro de los lugares donde se vio mucha gente amontonada fue en la feria de recuerdos. Ahí, por momentos, hasta se complicó caminar por la cantidad de visitantes. Si bien este año hubo muchas menos cantidad de gente que en otras ocasiones, las calles de la Difunta Correa lucieron en parte como en los viejos tiempos. Hubo familias enteras almorzando en los restaurantes del lugar, grupos de turistas sacándose fotos hasta en el ingreso de los baños y muchas personas que no pudieron contener sus lágrimas a la hora de dar las gracias. "Hace un año que esperaba para venir a agradecer. Le pedí mucho por la salud de una de mis hijas y ella -por la Difunta Correa- me ayudó", dijo Rosario Villa, una mendocina que llegó con su familia. Al igual que ella, gran parte de los devotos que ayer visitaron Vallecito lo hicieron para dar las gracias y casi todos dijeron que por favores concedidos relacionados a la salud. "Venimos de un año muy complicado y queremos agradecer que toda la familia está sana", agregó Juan Manuel Ibarra, un sanjuanino que subió de rodillas junto a sus hermanos.
Desde San Luis para dar las gracias
Rosana Ojeda llegó desde Villa Mercedes, San Luis, para dar las gracias. Subió descalza y no pudo contener las lágrimas cuando estuvo frente la imagen de la Difunta Correa. La mujer comentó que logró recuperarse de un tumor en el útero y que por eso estaba tan emocionada y agradecida.
Alegría por la casa propia
Andrea Escudero y Agustín Ochoa son de San Luis y viajaron especialmente para llevar una maqueta de la casa que lograron construir. "La hicimos juntos a la maqueta porque después de mucha espera podemos tener la casa", dijo Andrea y comentó que hacía muchos años no visitaba el oratorio.
De rodillas por su familia
Al igual que Rodrigo Montenegro (a la derecha) muchas personas subieron de rodillas. Sin embargo él lo hizo en tres oportunidades, durante la misma mañana. El mendocino comentó que lo hizo para agradecer que toda su familia está bien de salud y dijo que viaja hasta Vallecito cada vez que puede.
Como si fuera el jardinero
Santiago Lepez es sanjuanino pero vivió 42 años en Buenos Aires. Siempre le pidió a la Difunta Correa volver a vivir en su provincia y este año pudo hacerlo. Es por esto que llegó al paraje con agua y regó las plantas. "La gente trae agua y deja la botella, yo pensé que es más útil regar las plantas del lugar con esa agua", dijo.
De visita tras 31 años
Rita Gómez tiene 76 años y tras 31 años volvió a visitar la Difunta Correa. Acompañada de sus hijos, la mujer que vive en Tunuyán, Mendoza, comentó que llegó al oratorio durante el Viernes Santo para agradecer, entre otras cosas, que ya recibió la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus.
Orgulloso de poder volver
Viajó de pie en el colectivo desde San Luis, subió de rodillas y limpió unas 200 placas que él pegó desde 1998 en las escalinatas. Oscar Jerez comentó que estaba feliz porque luego de un año sin poder cumplir su promesa pudo volver al paraje. Dijo que viaja todos los meses porque la Difunta Correa le salvó una nieta.