Los relatos de Verónica Chamorro son leídos por muchas más personas que las que uno se pueda imaginar. Es que en distintos libros escolares de Santillana y Edelvives están sus escritos especialmente pensados para las necesidades de diferentes grupos etarios de chicos en edad escolar. Además escribe y publica cuentos infantiles que acaparan la atención de los más pequeños como Tobías y el perro; La piedra lunar, entre otros. Su último ejemplar, presentado recientemente, es La Princesa que conquistó el desierto. Claro que no es una soberana más que se enamora del príncipe soñado y viven felices comiendo perdices, si no que se trata de una joven que rompe con los estereotipos conocidos. Una historia que merece ser leída e ideal para familias que tienen una nueva mirada sobre los roles de las niñas que ya no necesitan ser rescatadas por un "monarca". Al contrario, la protagonista descubre su propio camino que resulta más interesante que perseguir solo una meta.
Su experiencia de años en el ámbito de la literatura infantil le da crédito suficiente para encarar las narraciones con una mirada actual. Verónica dialogó con Revista ¡Oh! Sobre su nueva novela y su visión actual de los pequeños.
– Contame de qué se trata "La princesa que conquistó el desierto".
Es una princesa que vive en un palacio con sus rutinas muy estrictas desde que se levanta y le colocan un pesado vestido con un corset muy apretado, tanto que le cuesta moverse, luego vienen los zapatos y las joyas. Vive con su familia, una mamá muy exagerada, un padre despistado y una abuela con mal carácter. Todos dependen mucho de ella porque se encarga de articular la familia, pero un día se enamora de un príncipe como en los cuentos clásicos. El romance comienza pero él vive del otro lado del desierto y su familia se niega a que se vaya, quieren casarla con un príncipe cercano. Como no logra que la autoricen una noche se va a buscarlo y en ese camino descubre muchas cosas, mientras tanto él se sienta a esperarla sin hacer mucho más que eso mientras ella atraviesa un camino sola y con mucho esfuerzo. Descubre cómo se ven las estrellas, la hermosura del paisaje, un oasis, comprueba que tiene una fuerza que desconocía, se va sacando las prendas que le molestan y pesan, así es que llega al palacio con lo básico, muy sucia, tanto que el príncipe no la reconoce. La manda a cambiarse y arreglarse y eso ya empieza a hacerle ruido. A partir de eso evalúa qué quiere para su vida porque ella cambió, es otra. Para mi lo importante es ese viaje como un proceso de conocimiento y una validación para cambiar de opinión, lo importante no es la meta en sí misma sino aprender, auto conocerse, cambiar, entre tantas otras cosas que también implican conseguir un triunfo.
-Vero ¿en tus libros anteriores ya tenías esta mirada moderna de la literatura infantil que es tendencia mundial?
Siempre en mis libros tengo un enfoque con cierta perspectiva de género. Por ejemplo en El gran partido, el protagonista es un varón que tiene una amiga que no le permiten jugar al fútbol. Todo el libro pasa a ser un partido especial para que la dejen practicar este deporte. Así se pone en el tapete la discriminación de género, que si sos nena no podés jugar. Este libro ya tiene cinco años, y en ese momento era más difícil que ahora. Fue súper interesante de escribir, pensar tanto en el rol de los personajes de estas historias infantiles. En La piedra lunar los protagonistas son un chico y una chica que viven en el mismo edificio y tiene toda la aventura pero también los roles muy repartidos para no caer en estereotipos de lo que se espera de una nena y un varón.
– ¿Los libros en papel se siguen vendiendo como antes?
Sí, un montón. Dentro de lo que es la industria editorial la literatura infantil siempre es la más fuerte porque si un niño te pide un libro ¿le vas a decir que no? Entonces a medida que uno acerca los libros a los chicos empiezan a descubrirlos y muchos se hacen muy lectores. El tema es que tengan acceso a temprana edad para descubrir que también tienen un mundo ahí. Una vez que lo hacen lo incorporan como parte de su entretenimiento, esparcimiento, y así el libro infantil pasa a ser una necesidad básica. En un adulto es distinto, si querés un libro y tenés un montón de cosas para comprar lo dudas, lo postergas. Además con todo el trabajo que se hace en las bibliotecas escolares, el aporte de las docentes, de las editoriales que abren nuevos catálogos, hay una oferta muy rica en Argentina para acercar a los chicos.
– ¿Creés que las pantallas electrónicas, los teléfonos celulares, no han hecho mella en la lectura de libros?
Siempre hacen mella porque forman parte de un combo de entretenimiento y probablemente el uso del celular, la tele, quitan horas de lectura, de juego, y ahí debe estar cada familia para darle otras alternativas. Muchas veces les dicen "basta de pantalla", pero no le dan opciones y es ahí cuando hay que generar propuestas para que el niño juegue o lea un libro. De todas maneras el hábito de la lectura pasa por el hogar y también por la escuela, muchas veces se generan lindas dinámicas que permiten este robo de tiempo de celular para tiempo de lectura. Por ejemplo durante la noche es un buen momento para leer antes de dormir y sacar pantalla y ahí depende el estímulo de cada familia. Leer los baja, los tranquiliza, les permite conectarse con otras cosas, y es un momento fácil para correr pantalla y sumar un libro.
– En las escuelas este tipo de lectura más moderna y adaptada a estos tiempos ¿se usa o aún no se incorpora?
Tengo dos hijos en edad escolar y han leído muchos libros actuales, así es que depende mucho de la docente y de la dirección de cada escuela, pero creo que ya son muchas las que dan la oportunidad de nuevas lecturas. También es real que cada libro se trabaja de distinta manera en el ámbito escolar, siempre buscando el debate y los relatos que suman para ayudar son bienvenidos y generan charlas súper interesantes.
– ¿Es la primera vez que publicás con Orlando Books?
Sí, es la primera vez. Es curioso porque yo soy directora editorial de Orlando, y cuando armamos la editorial no pensábamos en libros infantiles. Estábamos orientados a literatura juvenil y de adulto, y ya en otras editoriales me habían dicho que sí pero lo querían hacer súper escolar, con menos ilustraciones y la verdad es que yo me lo imaginaba muy ilustrado para agregar humor y enriquecerlo. En esa búsqueda, Vale la diseñadora con la que trabajo, me sugirió que lo hablara con Marcela Citterio, que es cabeza de la editorial y me dijo "tenemos que sacarlo". Así fue que avanzamos y lo hicimos con las ilustraciones de Carla Monetta, que logró absolutamente todo lo que quería. Ella era alumna mía en un taller que yo daba, sabía que ilustraba, y fue a raíz de un corto que había hecho donde vi que tenía algo de la poética que buscaba. Le llamé, le pasé el cuento, lo leyó y se puso a dibujar. A la semana me pasó un montón de ilustraciones que tenían una mirada y una forma de apropiarse del texto, que dije esto es lo que quiero, era lo que buscaba. Luego ajustamos paleta de colores y otros detalles, e hizo un trabajo maravilloso.
-¿Sólo se puede leer en papel?
No, también está en e-books y ahora estamos trabajando en la edición en inglés.
– ¿Vos crees que los precios de los libros infantiles están al alcance del bolsillo de mucha gente o es un obstáculo al momento de comprar? En este caso ¿cuánto cuesta?
Es muy amplia la gama de precios que tienen los libros infantiles. Además los ilustrados tienen un alto costo de producción y desde ahí es difícil poner un precio de venta amigable. Lo cierto es que a veces uno dice ¡uhhh tres mil pesos un libro! y no pensás a cuánto está un kilo de helado, por ejemplo. Un libro demanda por lo menos seis meses de edición, corrección, ilustración, más los costos de producción que son altísimos. Por sí mismo parece alto, pero si lo comparás con un juguete no es caro. Sin ir más lejos el papel aumentó un 300 por ciento.
En este caso La princesa que conquistó el desierto cuesta 2.900 pesos.
-¿Cuánto tardás en escribir un cuento?
Es relativo, pero quizá podés hacerlo en un par de días. En este caso lo hice rápido pero era un cuento de tres páginas, luego para adaptarlo al nivel de lectores lo transformé en novela, empecé a repensarlo y cambiarlo para que tenga capítulos cortos y pueda ser leído por primeros lectores y también por chicos de 10 años. Funciona como libro objeto, pero en edades es muy amplio con capítulos muy breves, y según la edad de quien lo lea se van planteando cosas diferentes. En general un cuento para chicos puede tardar entre uno y tres meses, lo lees, lo dejas decantar, lo volvés a leer y después viene la parte editorial que tiene otros plazos.
-¿Creés que los libros clásicos se venden menos a raíz de la aparición de una nueva literatura infantil?
Todos conviven porque forman parte de la historia de la literatura y de cómo evoluciona a través de los años. No estoy muy de acuerdo en tomar clásicos de antaño y adaptarlos o sacarles cosas para que funcionen y sean políticamente correctos para la actualidad, porque fueron hechos en un contexto histórico totalmente distinto. Lo que sí se puede hacer es compararlos con la literatura actual para ver qué cosas cambiaron. Eso no quita que aunque tengan perspectivas de género diferentes no sean verdaderas obras de arte para leer, evaluar, repensar y comparar con los actuales y a partir de ahí se genera el debate.
– ¿Has incursionado en otro tipo de literatura fuera de la infantil?
No profesionalmente, sólo infantil porque es un género que marca mucho más a las personas. Un libro que leíste en la infancia y te abrió las ganas de leer te acompaña por siempre. En la infancia el libro también debe funcionar como un refugio que le permita al chico sentirse en su mundo y eso me fascina. En los adultos pasa por otro lado. A esto se suma que visito colegios, hablo con los chicos, con las maestras y directivos y surgen tantas cosas interesantes. Eso es único. Se arman charlas hermosas en las escuelas y me llenan de preguntas.
– ¿Ahora qué se viene?
La segunda parte de La piedra lunar tiene que salir este año, muy pronto. Es una novela corta para primeros lectores. Luego debo sentarme a escribir.
* Más sobre Verónica *
Verónica Chamorro nació en Rafael Calzada, Buenos Aires. Es escritora y editora especializada en literatura infantil. Publicó varias novelas y cuentos tanto en Argentina como en España. Entre ellas se destacan Tobías y Perro, El gran partido (ambas publicadas por Edelvives) y La piedra lunar (Ralenti). La princesa que conquistó el desierto es su primera novela en The Orlando Books.