
Todos sabemos que algún día moriremos, que no somos eternos. La larga agonía de algún familiar nos enseña la resignación, el saber que hay puntos de no retorno, que hay circunstancias de las que no se vuelve. El problema viene cuando esa muerte ocurre de golpe, de un momento a otro, sin aviso, cuando el árbol es arrancado por un viento. En política electoral el manejo del anticipo es crucial. No siempre se gana, así que hay que preparar conductas alternativas por si se pierde, qué se dice, dónde se va, qué se hace. Para eso están las encuestas que permiten prever qué pasará. Quien gobierna no puede permanecer en silencio o inactivo, debe seguir liderando pase lo que pase. Organizar la retaguardia, salvar lo que se pueda es lo que permitió a los británicos rescatar soldados del asedio alemán en Dunkerque y después ganar la guerra. No se acepta quedar aturdido por la explosión. Las sorpresas electorales terminaron en 1983. Un candidato del radicalismo de aquél momento se sorprendió cuando Edgardo Catterberg, sociólogo encuestador le dijo "ya sos diputado nacional". Pero, ¿cómo? Falta una semana para las elecciones. Acordate, ya sos diputado nacional. Ese partido ganó los dos escaños, este candidato estaba en segundo lugar detrás de Ricardo Colombo y tradicionalmente en San Juan ganaban el bloquismo o el peronismo. No lo podía creer.
El viernes 10 de septiembre los bonos de Argentina cayeron dando por hecho que el gobierno ganaba.
La ciencia social había avanzado en algo tan sencillo como preguntar con método al votante qué pensaba hacer. El método consiste en tomar una muestra que represente al total del padrón. Si la muestra está bien diseñada, sólo falta el trabajo de campo. Del lado del peronismo hacía lo mismo Julio Aurelio. ¿De dónde vino la sorpresa en estas primarias? No sólo para el gobierno, el viernes 10 de septiembre los bonos de Argentina en New York cayeron dando por hecho que el gobierno ganaba continuando la ideología anti mercado y no se puede pensar en que esa gente tuviera malos datos. Ya había ocurrido lo mismo en las primarias de 2019, los bonos subieron el viernes previo como si Macri fuera a ganar y debieron bajar el lunes cuando perdió. En este caso a la inversa, bajaron el viernes y subieron el lunes. Las encuestas fallan porque son telefónicas. Siempre tuvieron margen de error superior a las encuestas presenciales. No es lo mismo el enfrentamiento cara a cara que la respuesta virtual a distancia más cuando uno no sabe quién está llamando. Todo más justificado por la pandemia. Para más, las frecuentes llamadas que buscan estafas a gente desprevenida y lo que viene siendo habitual entre muchos, no atender a números que no están agendados. Hay gente que hasta se siente invadida por llamadas directas, "mandame un mensaje", dicen, que yo lo lea cuando quiera o cuando pueda. De ahí la sorpresa y el fallo de las encuestas, ya nadie acierta y eso se ve en el alto número de "indecisos" que no son otra cosa que gente que no quiere atender o, lo que sería peor, que teme atender al no saber quién llama. Sea por lo que fuere, el gobierno quedó asombrado por la magnitud de esta derrota simbólica, porque la real se daría el 14 de noviembre, recordemos que estas fueron solo primarias. Lo que apareció en los primeros días fue el desconcierto, una búsqueda de causas sin que haya acuerdo en la incidencia de cada una. Hay quienes culpan a la economía, "poner dinero en los bolsillos de la gente" o llenar la heladera como si esto fuera fácil y se pudiera modificar de un momento a otro sin mostrar el efecto de legalizar la compra de votos de los conservadores, aquellos que combatió el primer peronismo. Esa época terminó y sólo puede ser útil en pueblos analfabetos, que no es el caso de Argentina.
Todos los indicadores económicos y sociales del país han empeorado en estos casi dos años.
Por otra parte es comprar un problema que después hay que sostener dos años, no se le puede dejar al adversario. Otros sostienen la falta de trabajo territorial y caen sobre gobernadores e intendentes que perdieron como si hubieran estado en juego sus distritos. Mientras, la oposición enfoca en algo muy sencillo, no son medidas erróneas como supone el Presidente o falta de militancia de los cuadros inferiores, el problema es el conjunto del gobierno, la figura desgastada de su titular, la ineptitud de los ministros y la conducción bicéfala o lo que es peor unicéfala pero fuera de las manos del Presidente. Todos los indicadores económicos y sociales han empeorado en estos casi dos años que, parecen más, recién terminarán el 10 de diciembre, mejorarlos en dos meses suena infantil, absurdo que alguien lo creyera. Perón solía decir que cuando se peleaban el ruido era porque se estaban reproduciendo pero esa teoría fue cambiada tiempo atrás por el riojano Jorge Yoma: "Es como si hubieran pateado un hormiguero hermano", cada hormiga corre para su lado, no mira atrás y busca su salvación antes que la del conjunto. Así, los gobernadores exitosos están tratando de rodear sus distritos de vallas políticas, de generar sus propias consignas que no incluyan ni a Alberto ni a Cristina, hoy, los dos personajes con más alta imagen negativa. Las primarias fueron una especie de infarto grave, de golpe inesperado que mandó a terapia intensiva, de amenaza de muerte súbita. Para las generales de noviembre ya no habrá sorpresa. El gobierno deberá tener planes para el peor escenario, para uno intermedio y para el ideal que sería dar vuelta el resultado. Sea el que fuere, faltarán dos años de mandato.
- Cómo sigue el cronograma electoral
Según el cronograma electoral, que fijó la Cámara Nacional Electoral, la campaña arrancó hace tres días, pero recién el domingo que viene está previsto que se inicie en los medios de comunicación. Tras ese paso, el 15 de octubre se publicarán los padrones definitivos, se presentarán los modelos de boletas, se ratificarán las autoridades de mesas designadas y se dará difusión a los mensajes institucionales sobre formación cívica y educación digital de la información electoral disponible en internet. Mientras que el 20 de octubre se dará comienzo a la prohibición de llevar adelante actos públicos que puedan servir para promover la captación de votos.
