"La pregunta no es quién me va a dejar, sino quién me va a detener". Con esta frase que pertenece a la escritora y filósofa rusa Ayn Rand (1905-1982) comienza mi agenda, año tras año. Es una manera de reconocer que soy deudora de un liderazgo que me ha sido dado gratis. Pero también es una forma de procurarme combustible para emprender vuelo hacia horizontes cada vez más lejanos. Una manera de recordar que no tengo que pedir permiso para poner en ejercicio mi libertad. ¿Quién puede detener el impulso de la voluntad cuándo descubre el bien bajo forma de fin? Sería como pretender domar el viento. Al fin y al cabo, en eso consiste el liderazgo. En poder divisar el horizonte a lo lejos y que esa visión ilusione y mueva a las personas hacia las metas planteadas. Las personas líderes no empujan al grupo, traccionan con la fuerza de sus convicciones.

¡LEVANTATE!

Siempre he pensado que las mujeres tenemos un liderazgo dormido que espera escuchar su propio "talita cumi". Expresión aramea usada por Jesús cuando resucitó a la hija de Jairo (Mc. 5,41) y que traducido significa: "niña, a ti te lo digo: levántate". A veces es la llamada de un ideal, en otras el reclamo de la conciencia que nos pide mayor compromiso social. Lo cierto es que los talentos, puestos en acción, fructifican. Talentos que no son otra cosa que dones especiales que tienen razón de ser en la medida que son utilizados a favor de otros. Los talentos son esencialmente serviciales y facilitan el camino del liderazgo. 

Las mujeres tenemos carismas arraigados en nuestra condición de mujer. Hay verbos que conjugamos con notable connaturalizad: acompañar, acoger, maternar, cuidar, proteger, escuchar. Y si bien, el liderazgo no tiene género, los géneros tienen liderazgos diferentes que complementados, suman al todo. De allí que la mujer debe asumir el desafío de evitar la masculinización del liderazgo. La Dra. en Filosofía Patricia Debeljuh nos recuerda que "Lo importante es que pueda hacerlo como mujer, para aprovechar las diferencias y su potencial femenino" (Directora del Centro Walmart Conciliación Familia y Empresa de IAE Business School, Argentina).

MUJERES LÍDERES

El Liderazgo Femenino no es otra cosa que la utilización de las características propias de las mujeres para ejercer el liderazgo al interior de las organizaciones. Un auténtico Liderazgo Femenino se diferencia del masculino porque las mujeres ven a las organizaciones de una manera distinta. El liderazgo femenino reestructura, enseña, da ejemplo, es abierto, lidera horizontalmente. Humaniza las organizaciones, empresas o instituciones, porque es capaz de poner atención en los detalles y en las relaciones humanas. Se destaca por la capacidad de tener equipos integrados, por impulsar el espíritu de cooperación, resolver de forma creativa los problemas, criterio para delegar y destreza para articular la visión, los valores, la filosofía y las metas de la institución o grupo (Susana Zavala, coordinadora de Relaciones Públicas para México de Manpower Group).

MUJERES Y CIUDADANÍA

La sensibilidad social femenina, como su natural capacidad de acogimiento y apertura al otro, la lleva a desarrollar habilidades para generar instancias de diálogo y ocuparse con notable empatía de la vida cotidiana de la población, sobre todo de aquellos en situación de vulnerabilidad.  Cuán ciertas son aquellas palabras que una vez leí en un grafiti: "Cuando un hombre construye un puente, piensa en unir dos pueblos. Al construirlo la mujer, piensa en la gente que pasará por él".

 

Por Miryan Andujar
Abogada, docente e investigadora
Instituto de Bioética de la UCCuyo