El nacimiento del Niño Jesús es motivo divino y único para expresiones cariñosas; para reuniones cordiales alrededor de la mesa familiar; para veladas en los hogares en que los padres obsequian a sus hijos y los abuelos a los nietos. Mucho de esto se ha perdido en nuestra sociedad, por diversos motivos como los económicos, por ejemplo. Pero es bueno volver a restaurar la Navidad como fiesta del jubileo íntimo y fiesta de la unidad familiar. Sería bueno que volvamos a esa sana tradición de hacer la celebración en casa, después de la Misa de Gallo. Terminada la misma volvamos al hogar. Sea la fiesta de la familia, junto al pesebre que manifiesta el nacimiento del Redentor. El Niño Jesús sea el centro de la reunión y el motivo de nuestro gozo. Hagamos pequeños obsequios que hablen tan sólo de cariño y de afecto. De acuerdo con los recursos de cada familia, celebrar la Navidad, de modo que cada hogar sea en esa noche, un reflejo de la casa de Betania. La llegada del Niño, seguro, ha de ser el remedio que una sociedad enferma está necesitando, para que a través de la comprensión y el cariño, los argentinos nos encontremos los unos a los otros y en todas sus formas. ¡Feliz Navidad!

 

Leopoldo Mazuelos Corts    DNI 5.543.908