Las mascotas, sea cual sea el animal del que se trate, siempre renuevan la energía de un hogar y acompañan, incluso a la persona más solitaria, con su simple presencia. En el caso especial de los niños, una mascota se constituye como una compañía única, no equiparable con la de sus padres, sus amigos o sus hermanos. La mayoría de los niños se desespera por interactuar con animales y, quienes tienen uno en casa, esperan a llegar para poder verlo, acariciarlo y jugar.
 

 

En este sentido, y para comprender mejor esa unión, la Universidad de Cambridge realizó un nuevo estudio a través del cual se evidenció que los animales domésticos pueden influir enormemente en el desarrollo infantil y tener un efecto positivo en las destrezas sociales y el bienestar emocional de los niños.
 

Los niños participantes afirmaron que las relaciones eran muy sólidas con sus mascotas en comparación con las que tienen con sus hermanos y hermanas. Dentro de este grupo aquellos niños que tenían perros mostraron tener relaciones con menores niveles de conflicto y mayor satisfacción que los dueños de otro tipo de mascota.
 

"Aunque las mascotas no comprendan por completo ni respondan verbalmente, el grado de confianza que se alcanza con ellas no es menor si se le compara con el desarrollado con los hermanos y hermanas", dijo Cassels.  Y agregó: "El hecho de que las mascotas no puedan comprender o responder verbalmente puede incluso ser algo positivo, ya que significa que no nos están juzgando". Esto explicaría por qué algunos niños, por ejemplo, no pueden leer en voz alta frente a otras personas pero si frente a un animal.