"Fiesta, qué fantástica fantástica es la fiesta…", "03 03 456….", "Explota explota me expló…" y "Para hacer bien el amor hay que venir al sur…", entre otras, cantaban las jóvenes de los 70-80 meneándose y sacudiendo sus cabezas emulando a Raffaella Carrá, la rubia diva italiana de la canción que hacía furor en aquellas épocas, marcando tendencia hasta en la forma de maquillar, peinar y vestir, y que falleció ayer a los 78 años, "tras una enfermedad que llevaba tiempo atacando su cuerpo".

La cantante y conductora de grandes ojos oscuros y largas piernas mantuvo un fuerte lazo con Argentina, país en el que aterrizó en el ’78 tras alcanzar el éxito en Europa, donde sacudió el moralismo reinante con sus letras y bailes "desenfadados" (fue noticia cuando el Vaticano la tildó de "provocadora" por mostrar su ombligo en TV y cuando recibió el premio World Pride en 2017 como ícono gay). Aquí llenó estadios, hizo musicales -como Bárbara, con Jorge Martínez-, protagonizó especiales, posó para tapas de revistas, era figura de todos los programas y vendió millones de discos. Por eso la triste noticia revolvió la nostalgia de aquellos que hoy transitan los 50 y más; entre ellos los sanjuaninos que pudieron verla cara a cara, cuando en el marco de una gira argentina pisó el Estadio Cubierto, por única vez, el 28 de septiembre de 1979. Y como era de esperarse fue furor. 

"La llegada de la estrella está anunciada para mañana por vía aérea. Los organizadores han previsto un importante recibimiento que consistirá en la composición de una caravana que se iniciará en el aeropuerto Internacional Las Chacritas. Posteriormente Raffaella Carrá recibirá a los periodistas locales", decía DIARIO DE CUYO, que resaltaba la "inusitada expectativa por esa presentación", para la cual días antes habían llegado dos equipos en camiones y el staff técnico y artístico. 

Los avisos que promocionaban su show en DIARIO DE CUYO. A la der., Raffaella, con 36 años, en la entrevista que dio a su llegada.

Efectivamente, en horas de la tarde una multitud la recibió en el aeropuerto y la acompañó hasta el hotel donde la artista de entonces 36 años se alojó y dio una conferencia de prensa, el Nogaró. Eran épocas de tiendas Gea, Diz, La Mimosa, Emporio Económico; de Casa Chait, de los cine-teatros Jardín y Ópera, de los cines Gran Rex, Renacimiento y Estornell, de las boittes Casino y Rogelio y también de las cámaras Kodak Instamatic a cartucho y con flash de cubo, que habrán destellado sin parar para retratar a la diosa italiana. 

Pese al trajín de los shows y los vuelos que implicaba la gira, Raffaella -para muchos la musa de Susana Giménez- se mostró con "dulzura, simpatía y sinceridad". "Estoy emocionada por esta acogida que fue igual a las que me brindan en cualquier parte donde actúo (…) Observar esos escolares pequeños que dieron ese afecto que enaltece y que da ganas de seguir haciendo cosas mejores", dijo a los medios. Y reconoció que "el público argentino tiene algo raro conmigo, yo pienso que me quiere a pesar de lo que hago, es algo profundamente humano. Muchas veces esto hace dar mucho miedo porque pienso que no los comprendo bien, pero me quieren en dos facetas: a nivel humano, esto me encanta; a nivel profesional".

Tras un descanso, a las 21 hs en punto salió al escenario montado en el estadio "acondicionado acústicamente", en medio de la ovación del público que se había volcado a Radio Colón para comparar los tickets, que iban desde 10 mil pesos. Carrá desplegó todo su magnetismo en un show donde combinó canciones nuevas, un bloque romántico con el que quiso testear la reacción de los argentinos y sus infaltables hits, espectáculo que quedó en la historia de los shows internacionales de San Juan.