La grey católica celebró ayer 11 de febrero el día de Nuestra Señora de Lourdes, advocación mariana cuyo origen se remonta a las apariciones de la Madre de Dios a Santa Bernardita en 1858. Estos encuentros se produjeron en la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau, en las afueras de Lourdes, un pueblo ubicado en las estribaciones de los Pirineos.
La Virgen de Lourdes es mencionada como la protectora de los enfermos desde el momento en que hizo saber que siempre estará al lado de la humanidad de la misma manera que estuvo al lado de su hijo en la hora del dolor. A cada uno de los devotos les sigue haciendo llegar el mensaje de que jamás estará solo, especialmente en la enfermedad. Estas palabras son las que motivan a que durante todo el año cientos de miles de personas provenientes de todo el mundo, muchas de ellas con distintas enfermedades, se acerquen a la gruta para pedir que la Virgen interceda por su salud.
En realidad, Nuestra Señora de Lourdes se apareció repetidas veces a Santa Bernardita, una humilde niña francesa de 14 años. En total fueron testimoniadas 18 apariciones entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858. El 26 de febrero de ese año se produjo la primera curación, un obrero de apellido Bourriete que había perdido la visión la recupera tras frotarse sus ojos con el agua de la fuente de la gruta.
En nuestra provincia la Virgen de Lourdes es venerada en una gruta ubicada sobre Ruta 20 en las proximidades de la localidad de La Legua, en Santa Lucía.
Muchos consideran que la aparición de la Virgen en Lourdes es un agradecimiento del cielo por el dogma de la Inmaculada Concepción y una exaltación de las virtudes de pobreza y humildad de la pequeña Bernardita quien murió el 16 de abril de 1879 y su cuerpo permanece incorrupto en Nevers.
