Acreedora de grandes reconocimientos nacionales gracias a su virtuosismo, Herenia Moyano consiguió el máximo beneficio en la tercera convocatoria de los MANTA, una línea de ayuda económica para artesanos y artesanas de todo el país, implementada por el Ministerio de Cultura de la Nación, a través de la Secretaría de Desarrollo Cultural y el programa Mercado de Artesanías Tradicionales e Innovadoras Argentinas (MATRIA). Debido a que en su haber figura la mayor conquista que un hacedor puede lograr, como es el premio Unesco de Artesanía en 2001 con el Reconocimiento a la Calidad del Producto Artesanal del Cono Sur, resultó la única de los 80 beneficiarios de Cuyo y una de las 9 ganadoras entre los 745 seleccionados de todo el país que recibirá 300 mil pesos para la producción y adquisición de nuevo material para incentivar mejoras, ya que el resto recibirá un financiamiento de 200 mil.

A sus 82 años, pese a algunos achaques, Herenia sigue en actividad. Quizás ya no se maneja en el telar como en los viejos tiempos, pero sus manos se desenvuelven ágilmente en el bastidor donde vuelca la pasión que aprendió de su madre. Por un problema en su columna, ella decidió dejar a cargo de su sobrino Mario Miguel "Pepe" Moyano el inhóspito lugar donde cría ovejas, cabras y chivos, sobre la Ruta 20, km 525, de 25 de Mayo. Y, desde hace un mes, vive en El Encón, en una modesta casa de madera que adquirió al lado de la casa en la que este mismo sobrino vive con su esposa y sus hijos. 

"Estoy contenta. Esto es un reconocimiento a la trayectoria con dinero para que compre material y ofrezca clases a los más jóvenes. No pensaba yo que a esta altura me podían reconocer así", expresó entre risas la premiada veinticinqueña a DIARIO DE CUYO que, en referencia a este apoyo nacional, mencionó que para postularse tuvo que registrarse y llenar un serie de formularios en el Mercado Artesanal local. 

"Los años no vienen solos pero yo siempre digo que ando bien. Desde que me vine al Encón me puse más vaga. Ya no me levanto al clarear. Ahora, todos hago a las 7, no más tarde. Y teniendo trabajo no se extraña mucho. Acá tengo unos vellones de lana que me esquila mi sobrino", mencionó la mujer que comenzó a tejer a los 12 años.

Nacida un 8 de marzo, fecha en que se celebra el Día Internacional de la Mujer, es la menor de 9 hermanos, de los cuales sólo quedan las 3 mujeres, todas dedicadas al mismo oficio. Tras fallecer su madre, ella se quedó sola en el puesto al cuidado de los animales, pero nunca abandonó la disciplina. Con constancia y empeño, llegó a perfeccionarse en técnicas ancestrales y consiguió notables distinciones por la jerarquía de sus creaciones.

"¡No llevo la cuenta de cuántos trabajos hice ya! Me entusiasma muy mucho hacer un trabajo que salga bien hecho, si sale mal, lo desarmo y lo vuelvo a empezar. Hay que trabajar con esfuerzo y ganas. Yo les digo a las nuevas generaciones que traten de aprender. Es muy lindo porque no se piensa en cosas feas, uno tiene la mente puesta en eso y nada más. Yo traje la Copa Challenguer de la Rural de Palermo en 1998, algo que ningún artesano consiguió traer", dijo quien, entre otros lauros, también recibió un diploma del Senado de la Nación.

Y, contenta por los triunfos cosechados a lo largo de su carrera, para Herenia sigue siendo importante que el oficio no desaparezca.

"Hay mucha gente entusiasmada con el tejido sencillo, pero todavía no hay muchos interesados en las caronillas en doble faz que es lo que hago en el bastidor", manifestó al tiempo que sostuvo que "cuando uno está triste es cuando más hay que tejer, para que se vayan las penas". Acerca de la transmisión de sus conocimientos, aunque la adoran como a una abuela, señaló que a sus sobrinas poco les gusta el rústico quehacer, porque representa esquilar la oveja y lavar la lana, elegir el huso, pasar a la madeja, volver a lavar y teñir con anilina o cortezas de árboles como el algarrobo, como enumeró.

"¿Qué le gusta a la gente de mis piezas? Yo creo que lo bien hecho del trabajo, las terminaciones, se ve el esfuerzo. Muchos me conocen por eso, siempre tuve primeros premios. Mi legado, es la exigencia, las obras y el deseo de que nunca se pierda el arte de tejer", reflexionó la tejedora consagrada nacionalmente por la creatividad y el aporte a la cultura.