La mala alimentación que tienen los chicos ya no es una novedad, lo nuevo es que la obesidad y el sobrepeso en los menores crece tanto que preocupa y ocupa a los involucrados en el sistema de salud de San Juan y de todo el mundo. A nadie escapa que estos factores provocan serios problemas a corta y mediana edad, sin considerar que se convierte en un factor de riesgo para una muerte temprana. En la provincia los números son claros: Al menos tres de cada diez chicos tienen sobrepeso u obesidad. Este dato surge del tamizaje realizado en el marco del Programa de Salud Escolar (Prosane), de la provincia que se realiza desde el año 2010 en alumnos de primero y sexto grado de escuelas primarias públicas de todos los departamentos, con prioridad en escuelas rurales, albergues, y desde hace dos años en Educación Especial.
Los datos del 2018 indican que sobre 13.120 niños evaluados, 2.234 tenían obesidad (17,03 por ciento), y 2.274 tenían sobrepeso (17,33 por ciento), por lo que de inmediato fueron derivados al centro de salud de cada zona, o médico pediatra, según tengan o no obra social.
Claro que la cosa no es tan sencilla porque acá es cuando gran parte de los padres no acude a esas derivaciones y mucho menos realiza el tratamiento aconsejado para cada caso, por lo que el problema se vuelve aún mayor, de acuerdo con los datos suministrados por Débora Toloto, jefa de Salud Escolar de la División de Pediatría/Dirección Materno Infancia.
Mónica Camargo, médica pediatra y jefa de la sección Crecimiento y Desarrollo Infantil de la Dirección de Materno Infancia del Ministerio de Salud Pública, manifestó su preocupación y señaló que "los datos actuales del Prosane son realmente alarmantes y no escapa a la tendencia nacional y mundial. La obesidad es una epidemia que no estamos visualizando para tratarla desde una edad temprana. Ahora estamos trabajando con la comisión de obesidad para un abordaje integral e interministerial porque son muchos los factores que intervienen en esta problemática: ambiental, genético, social, entre otros. Hay que propender a lograr entornos saludables, lo que queremos es que si el niño desde la casa no está bien alimentado, cuando vaya a la escuela tenga posibilidades de elegir un alimento saludable, igual cuando va a un cumpleaños. En primer lugar hay que concientizar a la familia, que es el pilar fundamental. La mamá debe visualizar que la obesidad es una enfermedad".
El exceso de peso y la mala alimentación pasa factura muy pronto ya que los especialistas indican que es el principal desencadenante de diabetes, hipertensión, entre otras enfermedades que deterioran la calidad de vida del paciente a muy temprana edad.
A prima facie pareciera que una vez que el niño cumplió el primer año de edad, los controles de la alimentación decaen y no son tan exhaustivos. Mónica indica que "siempre se hace más hincapié en el primer año porque el niño es más vulnerable. Se controlan en forma mensual, y luego se sugiere llevarlo cada tres meses aproximadamente, pero muchas veces la mamá deja de hacerlo si lo ve sano. De ese modo no se puede dar consejería y el control es muy importante".
La obesidad no hace diferencia de sexo ni de estratos sociales, ya que se pueden ver muchos chicos provenientes de familias vulnerables que tienen exceso de peso por alto consumo de azúcares y grasas, y pasa lo mismo en otros sectores aunque la alimentación sea distinta. "Mientras los primeros comen semitas o tortitas con mate cocido, los otros toman mucha Coca y papas fritas, por citar un par de ejemplos. En ambos casos están mal alimentados, por eso es tan importante la toma de conciencia en la familia. La mamá debe alimentarse bien desde que está embarazada porque si come sano el hijo luego hará lo mismo".
Indudablemente uno de los pilares que debe sostener a un programa de lucha contra la obesidad es una campaña de difusión dirigida a toda la población para generar hábitos saludables, ya que es el medio que usan las grandes corporaciones para difundir la comida chatarra. "Es muy difícil competir con las empresas que venden cierto tipo de comida, pero hay que tomar conciencia de algún modo. No olvidemos que a esto se suma que antes jugábamos a la pilladita, al elástico y estabamos mucho en movimiento. Hoy en día el excesivo uso de los medios tecnológicos, la inseguridad que atemoriza a los padres para no dejar a los chicos que salgan a jugar a las plazas, provocan que hayan muchos chicos sedentarios. Son muchos los factores que influyen en este problema mundial", asegura la especialista.
En resumen, la mala alimentación, el sedentarismo, el uso excesivo de los medios electrónicos, entre otros factores personales y sociales provocan que esta enfermedad avance a pasos agigantados en todo el planeta.
"Hay países europeos que ya usan cartelería que indica que obesidad es igual a cáncer, es igual a muerte, cosas que impactan pero que son reales, las campañas deben ser fuertes para que tomemos conciencia", agrega Mónica Camargo.
En la actualidad la provincia cuenta con un Comité de Obesidad y desde Salud Pública se realizan cursos de perfeccionamiento para brindar herramientas a los profesionales para tratar este tema en cada centro departamental. Para ello conformaron equipos interdisciplinarios integrados por médicos endocrinólogos, licenciados en psicología, asistentes sociales, nutricionistas, enfermeros, que participan de la atención de personas con sobrepeso y obesidad.
Un flagelo que a juicio de los expertos comienza a combatirse desde el seno familiar.
Nutrición y niñez
Por Florencia Peláez, licenciada en Nutrición (M.P 561)
La obesidad infantil está considerada actualmente como la epidemia del Siglo XXI, si los hábitos de las familias no lo remedian. Los cambios alimentarios y las nuevas formas de vida sedentaria son los principales desencadenantes en el aumento de la obesidad infantil.
La elección de los alimentos por parte de los padres para confeccionar una dieta equilibrada para toda la familia y la falta de actividad física a diario son los factores que más pueden contribuir a que los niños presenten obesidad.
La principal causa de la obesidad infantil es que muchos padres tienen que dividirse entre las múltiples tareas, laborales y domésticas, y les resulta más cómodo ofrecer una comida rápida a sus hijos.
Día tras día, estos hábitos alimentarios se convierten en una mala costumbre. Las comidas resultan muy atractivas por su aspecto, pero no llevan los nutrientes ni las vitaminas necesarias para que los niños crezcan fuertes y sanos.
Estos hábitos se pueden cambiar empezando con pequeños objetivos propuestos día a día, uno por uno y poco a poco.
La industria de la comida chatarra influye diariamente con publicidad en la mente de los niños, promoviendo a muy temprana edad el consumo de esta comida nociva y peligrosa.
El ejemplo más expresivo de esto es el bombardeo de publicidad de productos que recae sobre niños entre los 8 y 12 años, es aquí donde aprenden a conocer las bebidas, los chocolates, las papas fritas y alimentos saturados en sodio y azúcar, los cuales pueden poner en riesgo la salud futura del menor. Es aquí el momento de cambiar hábitos. En el caso de que éstos no sean corregidos a tiempo, se corre el riesgo de que el menor pueda convertirse en un potencial obeso.
El 23% de los adultos y el 81% de los adolescentes en edad escolar son sedentarios. Así lo afirma la Organización Mundial de la Salud. Hoy, la inactividad física se encuentra entre los 10 principales factores de riesgo de mortalidad a nivel global.
Cada vez tenemos mayor obesidad infantil, y una de las causas es la cantidad de horas que los chicos están quietos, tanto por la computadora como por la televisión, y está totalmente demostrado que cuando el cuerpo se queda quieto a cualquier edad el músculo se atrofia.
El "síndrome del sedentario" genera en la persona un cansancio crónico, falta de capacidad respiratoria, disminución de la masa muscular y, aunque no lo sienta, disminución de la masa ósea, como también aumento de la presión arterial y problemas de colesterol.
Salir del sedentarismo implica un cambio de mentalidad, pero esta es fundamental si se quiere mantener un estado de salud y de prevención de muchas enfermedades.
Los jugos artificiales, las gaseosas y las bebidas azucaradas aportan calorías vacías y es aconsejable que sean reemplazados por alimentos más nutritivos, para evitar la obesidad por consumo extra de calorías y las caries dentales, ya que existe una relación directa entre esta patología y la ingesta de azúcares.
Es importante favorecer el consumo de agua pura, y la mejor forma de hacerlo es con el ejemplo y la disminución del consumo de gaseosas para ocasiones especiales, salidas o paseos, cumpleaños, entre otros. El consumo de gaseosas de alto contenido calórico o energético es capaz de producir una amplia variedad de síntomas, como el dolor abdominal recurrente que puede aparecer entre el primer y cuarto año de vida.
Comida saludable
Algo que no resulta sencillo de lograr es alejar a los chicos del consumo excesivo de golosinas u otras comidas poco saludables. Claro que siempre hay alternativas para disminuir su ingesta si la familia tiene claro los objetivos. Para ello, Florencia Peláez, nutricionista, recomienda "incluir frutas naturales de estación, tomates frescos, atún en agua, membrillo, queso fresco o port salut, yogures naturales o frutados, preparados de frutas, ensaladas, compotas o licuados, pan integral dos o tres veces por semana, agua mineral, infusiones con agregado de leche, jugos vegetales y de frutas, en las meriendas, comidas rápidas o viandas escolares".
No hay que olvidar que las frutas y las verduras son excelentes fuentes de carbohidratos complejos, fibras vitaminas y minerales.
Florencia sostiene además que "si bien es importante promover entornos escolares saludables con kioscos que tengan alimentos nutritivos, también debe haber ofertas de frutas en los alrededores de los colegios. Además, y como parte fundamental es la educación a los padres que son los que se encargan de la alimentación. La familia debe cambiar, es un sostén de los más pequeños. Juntos podrán día a día mejorar su hábitos alimentarios".