El ojo es un órgano delicado que puede verse afectado por muchas patologías. Algunas pueden desestabilizar la producción de lágrimas y afectar las células madre del ojo. Quemaduras oculares, enfermedades y sequedad pueden dañarlas y desencadenar úlceras corneales recurrentes, queratitis y conjuntivitis a repetición. En esos casos, el restablecimiento de las funciones de las células madre afectadas no es sencillo.

 

Cuando las células madre no actúan correctamente, el ojo pierde su capacidad regenerativa, es decir, no se cura a sí mismo. “En estos casos, hay que entender que la superficie ocular del paciente es muy débil y cualquier gota aplicada puede causar daño, incluso las lágrimas artificiales, cuyos conservantes para evitar eventual contaminación son tóxicos para la superficie ocular”, explica el Dr. Rogelio Ribes Escudero, médico oftalmólogo (MN 116304).

 

Entonces, ¿qué podemos hacer? El especialista indica que hay que utilizar lágrimas artificiales sin conservantes. El objetivo es mejorar la producción de lágrimas que puede conseguirse con distintas técnicas como lentes de contacto terapéuticas o termoterapia. Sin embargo, también existen casos extremos, donde esto no da resultado.

 

Cuando estas soluciones no resultan, se recurre a un procedimiento más sofisticado: la producción de lágrimas a partir de la sangre del paciente. ¿Cómo? A partir de suero o plasma. “El beneficio de estas lágrimas es que, además de lubricar, tienen una gran cantidad de factores de crecimiento que permiten regenerar la superficie ocular y amplificar las células madre”, aseguró el especialista.

 

Otra posibilidad es implantar por unos días membrana amniótica –aquella que recubre a los bebés durante el embarazo–, que proporciona una mejoría rápida. Si el paciente no tiene células madre, el médico deberá injertarlas. Se pueden extraer del otro ojo o de un donante cadavérico. Y si todo fracasa, aun hay esperanzas con el implante de córneas plásticas o queratoprótesis (trasplante de córnea artificial).

 

Fuente: TN.com