Chile.- Hace una semana que empezaron los devastadores incendios fortestales en centro y sur de Chile, los más destructivos de toda su historia. A pesar del gran esfuerzo que hace el país y de la ayuda del exterior para sofocarlos, las llamas están lejos de ser controladas.
Todavía hay 135 focos activos y se dominaron otros 58, mientras que 72 se encuentran en combate y se extinguieron otros cinco. Ya son casi 390 mil las hectáreas que destruyó el fuego en siete regiones, de acuerdo al último informe de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Los incendios provocaron hasta el momento once muertos y más de 3.000 damnificados. El balance provisional de muertos incluye a dos bomberos, tres brigadistas, dos policías y cuatro civiles.
La presidenta Michelle Bachelet anunció en conferencia de prensa que los afectados recibirán subsidios del gobierno para reconstruir y reparar las viviendas y reponer los bienes que hayan perdido por el incendio. Los planes de ayuda incluyen el otorgamiento de hasta US$ 15.000 dólares para atender al ganado afectado y US$ 350 para los que perdieron su medio de vida.
Las regiones más afectadas son las de O’Higgins, el Maule, Biobío y la Araucanía, que están en estado de catástrofe. La ayuda empezó a distribuirse en zonas rurales de la región de O’Higgins (centro), donde el fuego calcinó más de 100.000 hectáreas hasta el jueves, cuando los incendios fueron extinguidos y empezaron los arduos trabajos de limpieza.
Uno de los grandes problemas es que el clima no ayudó a combatir el fuego: los fuertes vientos y las temperaturas superiores a los 38 grados desplazaron las llamas hacia las regiones sureñas del Maule, Biobío y la Araucanía, lo que provocó fuertes destrucción en poblados donde viven agricultores y criadores de ganado.
"Perdimos todo, no quiero volver. No quiero ver cómo quedó Santa Olga. Va a ser terrible llegar a un lugar donde ni se reconoce, porque todo quedó hecho ceniza", dijo a AFP Karina Aguilera, una mujer de 36 años que vive junto a sus tres hijos en la localidad de Santa Olga (El Maule), la más devastada por los incendios. En esta zona evacuaron a 4.000 personas a la vecina ciudad de Constitución, mientras que unas 1.200 viviendas quedaron reducidas a cenizas.
Muchos de los damnificados volvieron a Santa Olga un día después para emepzar a retirar los escombros de lo que alguna vez fueron sus hogares, apoyados por militares y policías que resguardan la zona. "Me quedaron cuatro bueyes, con sus patas quemadas, y un caballo, y con eso voy a tener que volver a empezar", contó resignado Osvaldo González, otro vecino albergado con otras 500 personas en un colegio de Constitución.
Fuente: Infobae