Por Ricardo Sánchez Recio,
Licenciado en Bioquímica. Orientador Familiar. Instructor MS.

Este 25 de julio se cumplen 50 años de la publicación de la carta encíclica "Humanae vitae”, sobre la transmisión de la vida humana, escrita por el Beato Papa Pablo VI, que en octubre será canonizado por Francisco. Este breve pero sustancial documento trata sobre la doctrina católica respecto a la regulación de los nacimientos. Surge como consecuencia de varios factores de una época convulsionada: por un lado, la aceptación de la anticoncepción por parte de las iglesias cristianas, que hasta 1930, la rechazaban; por otro, en 1961 sale al mercado la primera píldora anticonceptiva inventada por el médico Gregory Pincus; además, las campañas antinatalistas que denunciaban la Bomba "P” o el peligro de la superpoblación; y la revolución sexual que preconizaba "el sexo libre”, de la cual el "mayo del 68” ("prohibido prohibir”) fue solo un símbolo. Esto impulsó al Papa Pablo VI a explicar y profundizar de manera nueva la verdad de siempre, es decir, lo que ya el Magisterio de la Iglesia (Gaudium et spes) y sus predecesores (Pio XI y Pio XII) enseñaban al respecto. Por ello, su contenido es doctrina infalible por ser magisterio ordinario universal de la Iglesia (Lumen Gentium,25), más allá de que algunos teólogos y pastores se opusieran a la misma. De hecho, posteriormente el Papa Juan Pablo II ha ratificado hasta el cansancio las enseñanzas de la Humanae vitae con la "teología del cuerpo”, como así también Benedicto XVI (Discurso, 10/05/08) y Francisco, que pide volver a descubrir la encíclica de Pablo VI en Amorislaetitia (n.222): "se ha de promover el uso de los métodos basados en los "ritmos naturales de fecundidad” (Humanae vitae, 11). También se debe hacer ver que "estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica” (Catecismo de la Iglesia Católica,2370)”. Es tal la riqueza de este documento que son muchos los aspectos que pueden reflexionarse sobre la Humanae vitae. Me interesa destacar aquí, como núcleo central de la misma, la sentencia moral de la encíclica respecto a la regulación de los nacimientos, expuesta en el número 14. Pablo VI declara que son ilícitos los métodos artificiales para la planificación familiar (preservativos, píldoras, dius, etc.) los cuales son "intrínsecamente deshonestos” y nunca pueden ser usados como un "mal menor” ("el fin no justifica los medios”). La razón de esta definición está perfectamente explicada en los números 11 y 12 de la encíclica, al señalar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial. Por ser inseparables ambos significados o aspectos unitivo y procreativo del acto sexual, "cualquier acto matrimonial debe quedar abierto a la vida”. Este es el "plan de Dios revelado”, es la ley divina natural que forma parte de la sabiduría creadora, que el hombre, por su propia iniciativa, no debe contradecir o negar. Por lo tanto, la vía lícita acorde a la voluntad divina para regular los nacimientos es el recurso a los "períodos infecundos de la mujer”. Hoy lo conocemos como Planificación Familiar Natural, que incluye los métodos diagnósticos de la fertilidad. El más moderno y efectivo se llama método Sintotérmico (efectividad: 99%) y consiste en diagnosticar cada día del ciclo menstrual como fértil o infértil. Si no se desea un embarazo, la pareja se abstiene de relaciones sexuales los días fértiles (alrededor de una semana). Si desea un bebé, usa esos días para concebirlo. El uso de este método natural reporta numerosos beneficios comprobados para la pareja de orden físico, psíquico y espiritual. Cientos de miles de parejas en el mundo que usamos la PFN con éxito, damos testimonio que la Humanae vitae fue un don del Espíritu Santo para los matrimonios y que el Beato Pablo VI, al proclamar el Evangelio de la vida y la familia, fue un Profeta de Cristo.
