Señor director:

El papa Francisco, en su reciente Exhortación postsinodal Amoris laetitia, “sobre el amor en la familia”, señala la necesidad de las familias de recurrir a la oración. Escribe: “La oración en familia es un medio privilegiado para expresar y fortalecer esta fe pascual. Se pueden encontrar unos minutos cada día para estar unidos ante el Señor vivo; decirle las cosas que preocupan, rogar por las necesidades familiares; dar gracias por la vida. Con palabras sencillas, ese momento de oración puede hacer muchísimo bien a la familia” (Amoris laetitia, 318). 

Algunos consejos que han sido útiles para quienes rezamos a diario el Rosario en familia. 1) Elegir un lugar para reunirse todos los miembros de la familia luego de la cena. Entonces se coloca un altar con la imagen de María y Jesús encendiendo una vela durante el momento de la oración. 2) Papá o mamá, con algún folleto o librito sobre el Rosario, hará de guía en las reflexiones y oraciones. Es importante que cada miembro de la familia ponga sus intenciones al comienzo del Rosario, para que la oración en común obtenga de Jesucristo lo solicitado, como Él lo ha prometido: “Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, (Mt 18, 19-20). Si hay niños pequeños en la familia, asegurarse de que están en la misma habitación para que se sientan incluidos en la devoción. De esta manera escucharán las oraciones y las irán aprendiendo. A los niños mayores se les debe permitir turnarse al dirigir las oraciones. Que nadie quede excluido del Rosario en el hogar. Comencemos esta tradición maravillosa y llena de gracia en la familia, en este “Mes de María”, en preparación para celebrar la Inmaculada Concepción. Así descubriremos “lo que son los milagros”, como decía San Juan Bosco.