Señor director:

Cada vez que en cualquier lugar del mundo, se celebra la ordenación sacerdotal de uno o varios jóvenes, el cielo y la tierra se visten de fiesta. Es lo que viviremos el próximo lunes en nuestra Iglesia Catedral, y por lo tanto es un acontecimiento que nos invita a reconsiderar el valor que tiene el sacerdote dentro de la vida eclesial, familiar, comunitaria y social.

¡Sacerdote!… don de Dios y por lo tanto un don divino que debemos apreciar y proteger. ¡Cuántas gracias recibe este varón elegido por Dios!… Por la unción que recibe de las manos del Obispo, queda marcado para toda la vida, es un sello que llevará siempre en su alma y en su corazón.

Ante el nuevo consagrado se abre un amplio panorama, en un camino en el que habrá éxitos y decepciones, luces y sombras, un verdadero desafío en una vocación especial, que fue madurando y a la vez se fue fortaleciendo a través de varios años de estudio, de oración, de ascesis para llegar a ser "otro Cristo" y en la Persona de Él servir al rebaño que se le confiará

¡Cuánta riqueza contiene la liturgia de la consagración sacerdotal! ¡Cuántas gracias recibimos los fieles a través de ella! Si pudiéramos contemplar con nuestros ojos, a Dios Uno y Trino, a María Santísima, a los ángeles y bienaventurados del cielo desmayaríamos de gozo. Aun así, sé que la alegría, el amor y la paz inundará nuestros corazones.

Vivamos profundamente este feliz acontecimiento, alabando y glorificando al Señor, deseando a la vez que el nuevo sacerdote: Jorge Carrascosa Fuentes, sea un diamante que refleje siempre la luz del Señor.