Cuando aún siguen las idas y vueltas por la designación del embajador ante el Vaticano después del traspié con el candidato de Alberto Fernández que no terminó de conformar a la Santa Sede por ser un divorciado, otra nube en el horizonte de Alberto aparece a cinco días de su encuentro con el papa Francisco.

Aunque es inocultable la cercanía del pontífice con Alberto Fernández, su pareja Flavia y en general con el gobierno peronista, Francisco está molesto por las declaraciones del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Resulta que el tigrense la semana pasada dijo a los medios que en el tema de la renegociación de la deuda "el gobierno tiene la ayuda del Papa". Es más, para darle la dimensión buscada a la declaración, Massa 

agregó: "El gobierno tiene la ayuda del Papa en todos los temas". 

Esta frase incomodó al Vaticano y causó cierto malestar en el Papa, sobre todo, por la interpretación que en los días sucesivos se le dio a esta afirmación. "Que esa ayuda era una suerte de mediación de Francisco ante el FMI debido a la crucial renegociación de la deuda externa, donde el Gobierno se juega buena parte de su suerte".

Esa lectura sonó verosímil. El encuentro entre el Presidente y el Papa será el viernes. Cinco días después de la visita, la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, que encabeza el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, realizará un coloquio sobre "Nuevas Formas de Fraternidad Solidaria de Inclusión, Integración e Innovación" del que participarán la titular del FMI, Kristalina Georgieva, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, además de su mentor, el Premio Nobel Joseph Stiglitz, y Jeffrey Sachs, entre otros economistas.

El Papa no quiere quedar pegado como "mediador" en el tema de la reestructuración de la deuda porque si fracasa la negociación se apuntará a él como uno de los responsables. Y eso será mal visto acá y en el Vaticano.