La semana pasada recomendábamos dejar caminar al nuevo ministro de economía, por ser nuevo en política y venir de trabajar con un Premio Nobel como Stiglitz. Poníamos en duda sus grados de libertad por la situación compleja que recibía y por las pujas ideológicas que se darían en un partido del gobierno con tantos socios. Las primeras medidas incluyen algunas obligadas como la restricción a la compra de dólares para atesoramiento o gastos turísticos y compras en el exterior y otras que nos remiten a un pasado reciente con resultados negativos. La venta de apenas 200 dólares por el Banco Central por mes y por persona ya venía desde la administración Macri y está causada en la escasez de reservas. Se debe conservar una cantidad mínima para compra de insumos indispensables para las fábricas y otras actividades económicas así como para atender por lo menos el pago de intereses de deudas a su vencimiento. Advertíamos esta realidad ganara quien ganase. La penalización del 30% de impuesto a quien aun con ese recargo decida comprar verdes va en el mismo sentido y tiene cierto grado de razonabilidad, es una barrera alta de castigo para quien desee usar un bien escaso. Lo que ya no es tan razonable es tomar dinero de donde sea con el único argumento de una necesidad social inmediata. El peronismo nació con esa idea y no ha sido posible corregirla pese a los malos resultados históricos, nunca dejó de haber necesidades sociales inmediatas. La tabla de los diferentes ‘precios‘ del dólar según sea el monto que realmente llegue a quienes los generan por ventas al exterior es concluyente: se vuelve a castigar a la producción primaria que es la que agrega menos valor en contra de lo que hacen casi todos los países que lograron su desarrollo. La única justificación es que es dinero que está a la mano, la misma que dio Domingo Cavallo cuando creó el impuesto al cheque, ‘tiene la ventaja de que se cobra cuando hay liquidez‘. El lema de campaña de Alberto ponía el acento en la producción mostrándola como contraparte de la renta financiera pero la tabla siguiente muestra en qué situación quedará cada sector después de que se apruebe la ley de superpoderes en el Congreso llamada también, una vez más, de emergencia económica. 

 

A cotizaciones de esta semana los diferentes valores de la moneda estadounidense son los expuestos (ver infografía) más la corrección que corresponda al par de días desde que cerró esta nota. Como se ve en las dos franjas, tiene valor alto el dólar que cobra el Estado y bajo el de la producción. Se debatía sobre si finalmente habría algún tipo de cambio diferencial pensando siempre en el gasto en el exterior, viajes, compras etc., pero nunca en 15 diferentes cotizaciones y es posible que todavía falten algunas que por ahora parecen haber quedado afuera, entre los cuales están las principales exportaciones de San Juan, por ejemplo, los metales. Toda sana filosofía impositiva sugiere como condiciones universalidad y equidad. Va en contra de eso la suba de alícuotas a partir de cierto monto de ingresos y bienes personales, lo cual también ha demostrado su ineficacia porque los afectados tienden a ocultar y falsear declaraciones. Ni qué decir la amenaza a la inversión externa directa ya en límites extremadamente bajos. Esta falta de estabilidad de criterios ahuyenta todo proyecto de mediano plazo, es imposible prever qué decidirá cada nuevo gobierno. No hay forma de sacar a un país de la pobreza con una tasa de inversión menor al 30 por ciento y estamos lejos de llegar al 20. Algo de lo más curioso es que un gobierno del mismo signo y con los mismos protagonistas, dispuso por ley una fórmula para ajustar el beneficio de los jubilados y ahora suspende esa medida. Para colmo dejará a algunos con el privilegio de la corrección trimestral y a la mayoría no, es decir, se beneficia a quien tiene mayor poder de lobby. A la vez dispone un bono de 10 mil pesos en dos cuotas para quienes reciben la jubilación mínima y el monto total equivale a lo mismo que se quitará a los pasivos por falta de ajuste. Como quienes reciben la mínima en su mayoría nunca aportaron al sistema, son los jubilados genuinos los que financian el bono de los que no aportaron. Incoherencia perfecta. El privilegio de que queden afuera de esta restricción legisladores, jueces y funcionarios de alto rango nos exime de algún comentario, es algo que se califica solo. Puede entenderse que todo se trate de un problema de caja, pero se suma un antecedente más de ausencia de un criterio totalizador que mire lo inmediato junto con el futuro para que no vuelva a ser pan para hoy y hambre para mañana. Si se esperaba un plan maestro de estabilización, habrá que seguir esperando. Por ahora lo único firme es otra devaluación asimétrica como las de otras veces. La esperanza se cifra en un shock de consumo que aliente la salida de la recesión. Esperemos que se dé.