Sr director:

El presidente Fernández dijo hace días que enviará al Congreso un proyecto para legalizar el aborto. ¿Cuáles han sido los argumentos por él esgrimidos para pretender transformar este delito en un derecho? El primero, y el más pobre de todos, es que el aborto es "algo que pasa”. Nadie duda acerca de esto. Pero, sobre lo "que pasa”, las sociedades deben emitir juicios de valor. Violaciones, abusos, homicidios, robos, estafas, también son cosas "que pasan” y a nadie se le ocurre legalizarlas. Con las leyes promovemos lo que nos parece bueno y castigamos lo que nos parece malo, no porque "pasen”, sino precisamente porque queremos que sigan pasando o dejen de pasar. El segundo es que se trata de una cuestión de "salud pública”. La temática de las muertes por abortos clandestinos es, quien podría dudarlo, una cuestión de salud pública, como también lo es, en la misma medida, la muerte de niños inocentes e indefensos por el aborto. Es muy difícil de entender que la solución a la muerte de algunas personas se encuentre en matar a otras. Pero el tema del aborto es mucho más que una cuestión de salud pública. Es también un tema en el que confluyen lo religioso, lo filosófico, lo científico, el sistema de valores de la sociedad, la tradición nacional. Obviar estas dimensiones es de un reduccionismo alarmante. Otro argumento sin solidez es que se debe reconocer a la mujer el "derecho sobre su propio cuerpo”. Lo primero que debemos decir es que no resulta en modo alguno claro el contenido de tal derecho. ¿Mutilarse un dedo estaría contemplado? ¿Donar el corazón estando sano? ¿Suicidarse? Pero más allá de estos ejemplos, que podrían multiplicarse, lo real es que en el aborto se asesina a una persona distinta del cuerpo de la gestante. El niño que se encuentra en el seno materno no es una parte del cuerpo de la mujer. Es otro cuerpo, otra vida. Esto, para la ciencia médica y biológica, es elemental. También los abogados lo tenemos muy claro. Si un viudo concurre a un Estudio Jurídico para iniciar una demanda porque un automovilista mató a su esposa embarazada, el abogado reclamará indemnización por dos vidas, o por tres si esperaba mellizos. Jamás por una sola.

Finalmente, y ante la falta de peso de estos argumentos, clara y brevemente acá refutados, los partidarios del aborto terminan negando que existe una persona desde la concepción aduciendo, una vez más falazmente, que para la ciencia no es claro cuándo comienza la vida humana. Y acá hay que ser especialmente enfáticos: no existe la menor duda, para cualquier científico serio y no ideologizado, que la vida humana comienza desde la fecundación, momento en el cual aparece el ADN completo de la nueva persona. 

Dr. Alberto M. Sánchez

Doctor en Derecho