Es inevitable que el auto, un Ford A tan preparado como oxidado, llame la atención. Bastó que su dueño, Luciano Herrero, lo sacara del garage-taller y cruzara la calle para la sesión de fotos, que provocó que más de uno que pasaba ocasionalmente por ahí se detuviera un momento para observar el antiguo objeto, olvidando sus obligaciones.
El poder magnético del vehículo se potencia mucho más en Luciano, quien reconoce que cambió varios preceptos de su vida, especialmente con el viaje que realizó el año pasado a Buenos Aires. Al punto que hoy por la mañana comenzará otro, mucho más ambicioso todavía, que puede durar 3 meses, un poco menos o tal vez algo más.
Reconozco que antes era mucho más convencional. Con el primer viaje, me hizo un click la cabeza.
La hoja de ruta contempla pasar por Pampa El Leoncito, Mendoza, San Luis, Córdoba (donde habrá un encuentro de personas con este estilo de vida) y seguir después hasta Jujuy. De ahí a Misiones, ver si se puede andar un poco por Paraguay y Brasil. Ir nuevamente a Buenos Aires y ahí fijarse si es tiempo de regresar a San Juan. "Como promedio, la idea es recorrer unos 250 a 300 kilómetros por día. Si bien el motor es un V8 y puedo acelerar a 190 kilómetros por hora, la velocidad es de unos 80 kilómetros por hora, por el tema del consumo", es la primera de las aclaraciones del pocitano.
La punta del ovillo de este viaje fue un documental sobre "Rat Rod" que vio Luciano hace tiempo. "Nació en Norteamérica luego de la Segunda Guerra Mundial. Básicamente es armar como se pueda un auto, que funcione, adaptando piezas que estén a mano. Por eso, mientras más "podrido" mejor, a diferencia de los "Hot Rod", donde la estética es importante", detalló el joven de 31 años que hace 11 empezó a trabajar con la preparación del auto.
Viajamos solamente de día. Generalmente salimos entre las diez y las once de la mañana.
Y metido de lleno en ese hobbie fue que conoció a su mentor, el chileno Marcelo Bahamondes Stenvers, quien llegó a San Juan en su Ford A. Y así fue que el año pasado, sabiendo que su amigo trasandino de 60 años pasaba otra vez por la provincia en otro de sus viajes, fue que una medianoche decidió partir al otro día a primera hora en su auto. Una aventura que se llenó de anécdotas. "No sabía cómo iba a responder el auto y menos yo. Me olvidé de cosas básicas, como el matafuego, rueda auxilio y la carpa. Pero en el camino fui conociendo gente y así me las arreglé. Por ejemplo, estaba en Potrero de los Funes y me pidieron que fuera a Villa Mercedes para mostrar el auto. Allí hasta el director de Deportes me recibió. Y se fue generando toda una cadena de invitaciones y colaboraciones que hicieron que vaya y vuelva tranquilo, cuando creía que cuando me quedara sin dinero, regresaba en un colectivo y dejaba el auto en algún lugar para después buscarlo". Hasta una entrevista para el "Garage TV" en Buenos Aires formó parte del diario de viaje.
Esas tres semanas fueron un sacudón a su percepción de la vida. "Volví a San Juan y empecé a vender un montón de cosas. Sentí que para estar bien no hay que estar tan apegado a lo material porque se desaprovecha mucho tiempo", afirmó el propietario de un local de juegos.
Esta vez no se olvidará del matafuegos y el Ford A cuenta con la habilitación de la verificación técnica vehicular. Quiere ver si en Córdoba consigue un limpiaparabrisas y el improvisado techo será impermeable, además de un tanque de combustible con mayor capacidad.
Por eso apunta a un viaje más prolongado: "Al auto lo armé yo, hasta aprendí a soldar. Y cuando no pueda arreglarlo, esperaré al costado de la ruta hasta que alguien ayude. Total, no hay apuro".