(Foto: Marcos Urisa)

 

Un cuento de fantasía, una historia de entrega, amor y recompensa. La lucha entre el bien y el mal, el triunfo de la luz por sobre la oscuridad. Todo eso condensado en las dos horas cuarenta minutos que dura La flauta mágica, la obra clásica que acaba de escribir una nueva página en la historia de la lírica mundial, con la primera versión oficial en castellano estrenada anoche en el Teatro del Bicentenario. El desafío era grande, la producción faraónica y el resultado fue una pieza de gran calidad artística, a la altura de grandes producciones internacionales. De la mano de Eugenio Zanetti, el Teatro del Bicentenario logró producir desde cero una puesta original, única y moderna de la famosa ópera de Mozart.

Desde la obertura, a la que Zanetti le sumó la representación de una guerra que puede ser cualquier conflicto bélico en la historia de la humanidad, el público comenzó disfrutando del buen uso de los recursos escénicos que tiene el TB que en conjunto logran un efecto cinematográfico (nuevamente la experiencia fílmica del director ganador de un Oscar) que se mantendrá a lo largo de la obra, jugando con los tiempos, los cambios de escena, aprovechando el escenario giratorio también.

En la escenografía, además de grandes piezas de madera y metal como arboles, un gran portal móvil y un "trono-huevo", se destacan los impresionantes telones que enmarcaron cada pasaje, pintados a mano por el equipo que dirigió el noruego Gunnar Ahmer en los que trabajaron más de seis meses, bajo los diseños de Zanetti, quien imaginó cada detalle de la estética de esta Flauta. Todo tiene su visión y funciona armónicamente. Aquellos símbolos masónicos que el compositor austríaco están presentes en las imágenes en los primeros tres acordes, las tres damas, los tres genios, las tres pruebas, y Zanetti las refuerza.

Como el majestuoso vestuario, realizado íntegramente aquí, con una concepción etérea, transparente, plisados que dan movimiento y colores intensos, como los personajes que los portan. Máscaras, túnicas, tocados y rostros azules, completan la idea.

El elenco de solistas, que tiene en sus personajes principales a Duilio Smiriglia (Tamino), Fernando Lázari (Papageno), Marina Silva (Pamina), Laura Pisani (Reina de la noche); Cristian de Marco (Sarastro), Osvaldo Peroni (Monostatos), Ivana Ledesma, Romina Pedrozo y Claudia Lepe (Tres damas); brilla dentro de un armonioso cuadro que es esta Flauta mágica creada en San Juan, cantada en castellano, logrando con creces la meta fijada. Se entendió y emocionó. Con diálogos adaptados a esta parte del planeta, pero sin caer en la tentación de simplificarlos demasiado.

Desde el teatro insistieron en los últimos meses en la importancia de que fuera la primera ópera en castellano de este calibre y autorizada por Mozarteum Salzburgo, la institución que custodia el legado de Mozart. Por eso la presión en el trabajo vocal -que condujo Eduviges Piccone- era que las arias y textos "se tenían que entender’ aún sin ayuda del subtitulado. Y así fue. Quizás para el espectador habitué de las obras líricas, el alemán apareciera en su cabeza para acompañar los acordes y le haya costado algunos minutos acomodarse, pero seguramente la apreció igual o más.

Al trabajo sobre el escenario se sumó el excelente desempeño de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de San Juan, bajo la batuta del maestro Emmanuel Siffert, que, como suele pasar, estuvieron a la altura de esta pieza de Mozart.

Al cierre de esta edición, el público seguía disfrutando de la gran creación de Mozart, que el Teatro del Bicentenario logró poner en escena con éxito y que se ganó la ovación de los presentes por el buen humor y beneplácito con los que disfrutaron de esta primera Flauta mágica en su idioma, que quizás comience su propio camino por el mundo.

El ogro. Osvaldo Peroni le pone el cuerpo a un singular y azul Monostatos.
Teatro aéreo. El recurso fue usado para mostrar a los genios que guían a los personajes. 
Divertidos. Fernando Lázari se ganó a la platea con un Papageno muy personal. Buena química con Papagena (Sabrina Pedreira). 

 

 

Eugenio Zanetti – Director general

-¿Cómo vivió el estreno de esta puesta?

-Estoy feliz con esta labor cumplida, de que la gente esté relajada, contenta. Me pone muy feliz. Hemos hecho un trabajo minucioso, con una enorme libertad, con enorme alegría, con gran colaboración de la gente. Se han formado nuevos talleres, el Teatro del Bicentenario está cobrando su característica de teatro escuela, de ser un semillero de talentos locales.

La obra es increíblemente atemporal, porque Mozart está por fuera del espacio y el tiempo, la música del universo que él escuchaba y transmitía sigue funcionando como si hubiera sido escrita hoy. Y al haber hecho el esfuerzo que implica que el texto esté en español por primera vez, hace que nos hable con una cotideanidad y con una cercanía extraordinaria. Así que es una experiencia completamente distinta escuchar a Mozart en español.

Es una puesta que va a tener una larga vida, creo que es el comienzo de un largo viaje para este Mozart en español.

-¿A qué personaje le quedó mejor el español?

-A Papageno, le quedó muy bien. Pero cada uno habla en su estilo, y creo que algunos personajes como Sarastro, que históricamente reflejan otra época, también hemos logrado una manera de comportarse, de vestirse, que es coherente.

Compleja. La soprano Laura Pisani entregó una gran interpretación de La Reina de la Noche.
Conjunto. El Coro Universitario de la UNSJ completó maravillosamente las escenas corales.
 
Power trío. Las damas que interpretaron Ivana Ledesma, Romina Pedrozo y Claudia Lepe.