Los cuartos de final de la Copa Argentina tiene uno de los duelos más atractivos del certamen. El clásico de Rosario alimenta las expectativas de una competición que se caracteriza por la federalización del fútbol argentino.
Sin embargo, el temor a un posible enfrentamiento entre las hinchadas generó varias complicaciones en la organización del choque. Como el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, pidió que el partido entre canallas y leprosos se dispute en otra provincia, la primera opción que se presentó fue la Fortaleza de Lanús (también sin público).
La AFA publicó en su cuenta de Twitter la confirmación del choque para el 1 de noviembre en la cancha de Arsenal de Sarandí, en un contexto diferente porque será a puertas cerradas. Unas horas más tarde, desde la red social de la Copa Argentina fortalecieron el anuncio informando cuál será el escenario del encuentro.
Se trata de un partido emblemático, pero que carecerá del mayor condimento como son ambas parcialidades. Más allá de algún intento por ponerse de acuerdo entre las dirigencias, no se concretó y así quedará todo en la nada. De hecho, el mismo domingo el entrenador de Central, Edgardo Bauza, fue más que irónico cuando se lo consultó post igualdad sin goles ante Boca: "¿Dónde jugamos el clásico? No sé… Si quieren lo jugamos frente al Monumento a la Bandera. La verdad que a esta altura no sé qué responder sobre esa pregunta. No es algo de mi competencia", afirmó.
El conjunto que logre la clasificación a las semifinales deberá jugar ante San Lorenzo o Temperley, mientras que la otra llave quedará compuesta por River y Gimnasia y Esgrima de La Plata.
Disiente
Se cubre
El ministro de Seguridad de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, destacó que "es falaz el planteo de Copa Argentina que el Gobierno de Santa Fe no quiere el partido en la provincia. Son ellos los que no quieren hacerlo acá".