La ideología de género sigue intentando alterar reglas gramaticales confundiéndolas con el machismo y trasciende al léxico oficial pese al rechazo generalizado. Con un claro contenido ideológico en las comunicaciones oficiales, incluyendo las universitarias, se dispuso el uso del lenguaje inclusivo, reiteradamente rechazado por la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en sus actualizaciones, porque afea el idioma de manera insostenible según Santiago Muñoz Machado, director del ente rector. Sin embargo en nuestro país se afianzan esas desviaciones gramaticales en expresiones políticas que los chicos toman como valederas, más en estos tiempos de escolaridad devaluada. En el español, como en otras lenguas, el masculino funciona como término inclusivo para aludir a colectivos mixtos, o en contextos genéricos inespecíficos, por ello es un absurdo dirigirse a los "chiques”, "ellas” y "ellos”; peor todavía emplear el uso de "x”, "e” y "@” como marca de género. O la aberración de pluralizar diciendo "todxs”, "tod@s”, o "todes” para remarcar la controvertida conquista de una emancipación.

Como si fuese poco, existen usuarios que le recuerdan a la RAE la necesidad de una aclaración imperdonable en estos tiempos, porque el uso de la letra "e” no está destinado exclusivamente a la eliminación de la marca de género, sino que también se reivindica para el colectivo transexual, que no se siente representado en los géneros binarios. Más difícil hacerle entender a este sector que el masculino gramatical ya cumple esa función. En el centro del panorama están los literatos que si bien rechazan la sobreactuación en torno al lenguaje inclusivo y lo observan como una disputa entre generaciones, advierten que los lenguajes expresan relaciones y registran el mundo tal como existe, por eso piden a la RAE una definición que incluya una precisión con estas distinciones.

Las desinteligencias no terminan si se trata de proteger la autenticidad de nuestra lengua ya que las comunicaciones en las redes sociales, y las personales en los sistemas electrónicos, han alterado mucho más el léxico con abreviaturas y signos que por el uso y costumbre se aceptan como correctas aunque limitadas a la web. Si un usuario intentara volcar esos contenidos a la escritura convencional estaría en un verdadero aprieto. De todas maneras el español como cualquier otro idioma de uso masivo recibe actualizaciones permanentes para adaptarlo a las necesidades cotidianas y la 
RAE trabaja para ello. Lo importante es respetar las reglas del organismo y no inventar las tergiversaciones que lo dañan.