Señor director:

Los muros de nuestra escuela Normal Sarmiento, viejos pero sólidos, serios, ¡pero imponentes! Antes limpios hoy manchados…

Me inspiran para escribir sobre ellos… Dique de emociones, ansiedad, penas y alegrías. Un millar de jóvenes en recreo inundaban sus patios con risas y palabras. Llegada la noche la soledad lo cubría. Hasta la mañana en que volvía a cobijar ese manojo de juventud sana y alegre. ¡Nuestra juventud allí guardada! Años tras años esos muros guardaron secretos, temores, suspiros de amor, ¡sueños! ¿Cómo no respetarlos? ¿cómo no admirarlos? ¡Si son como un templo al que debemos nuestra formación, contención, ejemplo! Como cofre, guarda parte de nuestras vidas, los día bellos de niñez y juventud con risa y alegrías pasadas. ¡Debe ser bien conservado! ¡Sus muros respetados! Y no olvidar nunca que allí, nuestras vidas también fueron talladas.

 

Beatriz del Alba