En el tercer encuentro de este año de las paritarias vitivinícolas que tuvo lugar ayer el sector gremial, representado por la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (FOEVA), pidió un incremento del 25%, mientras que el sector empresario ofertó un 15% de mejora, con lo cual se mantiene una brecha de 10 puntos entre una y otra postura. Como van las negociaciones hasta ahora, el acuerdo será el más bajo de, al menos, los últimos 5 años, porque en el 2013 lo pactado entre las partes fue del 20%. La reunión pasó a un cuarto intermedio hasta el jueves 8, a las 10.
Las cifras manejadas en la reunión fueron aportadas por testigos de la negociación ya que, para evitar falsas expectativas y no entorpecer el diálogo, que hasta ahora viene fluido entre las partes, los representantes de uno y otro sector acordaron no suministrar oficialmente números y mantenerlos en reserva. Las cantidades en danza representan una cesión de ambas partes porque en el encuentro anterior que, al igual que ahora, tuvo lugar en la Delegación Mendoza del Ministerio de Trabajo de la Nación, el sector sindical había solicitado una mejora salarial del 30%, mientras que las cámaras empresarias presentaron en forma conjunta una propuesta de ajuste del 10% de manera escalonada.
Como ocurre en todas las negociaciones paritarias, existe un pedido de la Nación de no exceder el tope del 15% que era, en principio, la pauta inflacionaria prevista para este año, aunque ya los indicadores económicos señalan que ese porcentaje será superior. Como dato a tener en cuenta cabe señalar que la inflación de los últimos 12 meses, según datos del Indec, fue del 25,3%.
Al igual que sucedió el año pasado, cuando se acordó un aumento del 25% en el salario de los trabajadores y se dejó un sueldo base de 11.479 pesos para operarios de bodega y de 10.957 pesos para obreros de viña, las negociaciones no serán fáciles y pueden demorar algunos encuentros más. Según dicen referentes del sector, todavía hay tiempo de seguir las negociaciones porque las nuevas escalas regirán a partir del 1 de marzo y se liquidarán con los sueldos que se cobran en abril.
Un caso particular en estas negociaciones lo constituye el precio de la gamela o tacho de uva, según la jerga de una u otra provincia. Si bien lo que se acuerda en las paritarias vitivinícolas es referencial, es importante porque define los parámetros de la vendimia en materia de aportes y contribuciones, pero no establece el valor real de cuánto se lleva en limpio el cosechador a su bolsillo. Es que este valor rige únicamente para las uvas comunes y no es un guarismo estanco: por ejemplo, si es un viñedo nuevo (cepas con poca carga) o si la finca está atestada de malezas (complica el trabajo), el precio puede ser más alto, al igual que si se trata, por ejemplo, de variedades de uvas tintas, que provienen de cepas con menor carga. En otras palabras, el valor de lo que cobra el viñador se define generalmente en cada finca, y trepa bastante cuando se trata de uvas finas. Es porque la producción de estas variedades es sensiblemente menor al de una finca con fruta común y también porque se venden a mayor precio. Lo cierto es que para la vendimia pasada el valor que se acordó finalmente fue de 8,82 pesos, que fue un 25% superior al año anterior.
La negociación se da este año en circunstancias especiales porque, según datos del sector, se registra una alarmante baja en el consumo de vinos en el país, que hizo que en el 2017 se comercializaran 65,8 millones de litros menos que el año anterior.
Otro factor que incide es que todavía no ha sido homologado el acuerdo del año pasado y todavía hay trabajadores de bodegas que siguen con los haberes del 2016 y no han percibido los incrementos acordados el año pasado.
Tampoco se descarta que en las negociaciones, además de que los incrementos se abonen en forma escalonada, como se acordó el año pasado, pueda haber otras sumas por fuera del porcentaje que se defina.
La cosecha 2018
Según la estimación de cosecha dada a conocer días atrás por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), este año se esperan cosechar en San Juan entre 644 y 675 millones de kilos de uvas, un volumen que de darse significará un aumento del 14 al 21,5% respecto a los 559,7 millones de kilos recolectados el año pasado.
La producción es mucho mejor que los dos últimos años que fueron los peores en la historia, pero aún no se logra alcanzar el nivel de una cosecha promedio ideal de la última década, que en esta provincia es de 750 a 800 millones de kilos.
De alcanzarse el rango mayor serán más de 350 millones de kilos adicionales, un 18% más que el año pasado. También en este caso, es una cosecha baja si se la compara con el promedio anual de la década de 2.460 millones de kilos. Para Mendoza se espera una vendimia de entre 1.410 y 1.480 millones de kilos.
Para llegar a estos números, los técnicos del ente rector de la industria del vino supervisaron los viñedos entre el 22 de enero y el 15 de febrero pasados.