Señor director:

Nos toca hoy despedir a María Esther Vara, Maité, como todos la conocimos. Una persona entrañable, exquisita en su trato, discreta y colaboradora. No se trata aquí de llenarla de elogios porque se ha ido. Cada uno nosotros pudo experimentar a lo largo de los años, la paz que infundía, su afán por solucionar problemas, su esfuerzo incansable. Docente de buena estirpe, fue dejando su huella, primero en la escuela primaria, luego en la secundaria como profesora de Historia, más tarde como vicedirectora y directora en distintos establecimientos, que apreciaron su paso esforzado, responsable y siempre coherente.

La Junta de Clasificaciones la tuvo como miembro destacado. En ella continuó haciendo docencia, con seriedad y profundo conocimiento de las normas que encuadran la actividad de ese organismo. Una especialidad muy delicada y por cierto poco elegida. Después de su retiro fue convocada por su capacidad indiscutida, como asesora de la Secretaría y luego del Ministerio de Educación de la Provincia, durante distintas gestiones. Pero en todas esas tareas, así como en su vida familiar y entre sus numerosas amistades, será recordada por su don de gente y calidad humana. Con el temple de siempre, una gran serenidad y profunda fe sobrellevó la enfermedad que puso fin a su vida entre nosotros. Te extrañaremos Maité.