El invicto y ex campeón mundial de los pesados, Tyson Fury debutó antenoche en Las Vegas y cumplió con todo lo que había prometido en la previa. Daría espectáculo antes, durante y después de su combate. El "Gypsy King" (rey gitano) se visitó con los pantalones de Apollo Creed e hizo múltiples guiños a los estadounidenses. El mercado yankee es su nueva vía de explotación y quiere ganar adeptos. El sábado, en un combate sencillo ante Tom Schwarz congregó a más de nueve mil espectadores.
Fury salió a boxear tranquilo, fiel a su estilo. Fue hacia atrás, sacó mucho el jab con velocidad y fue percutiendo en todos los planos. Schwarz metió presión, pero poco más, porque los golpes fueron casi inexistentes. En el segundo round el británico metió una marcha más y se puso a innovar. Se situó de zurdo, algo que el alemán no esperó y lo masacró. Con la mano de atrás empezó a conectar uppers durísimos, y cruzando la mano trasera le rompió la cara. Fury lo tenía todo liquidado, pero antes quiso mostrar sus cualidades defensivas. Pegó la espalda a las cuerdas y se quitó con su cintura seis golpes consecutivos que le arrojó su rival. El público se volvió loco y aplaudió a rabiar.
Con los aficionados ya en el bolsillo, Fury encerró en las cuerdas a Schwarz y le metió tres manos culminando con una derecha recta, la cual envió al alemán al piso. Se levantó, pero el británico no quería pelear más. Lo volvió a encerrar en una esquina, comenzó a sacar manos sin descanso y faltando seis segundos para que terminase el round el árbitro paró la pelea. El show de Fury era completo. Lució en su mejor nivel desde su retorno (el rival acompañaba) y él lo sabía: "La máquina está de vuelta", afirmó. Después habló de futuro. El 21 de septiembre o el 5 de octubre estará de vuelta. "El año que viene me enfrentaré a Wilder para resolver el empate y me quedaré con su cinturón verde y oro", concluyó. Debut, paseo y show. Fury siempre es sinónimo de espectáculo.