
Kim Kardashian West (37), estrella de TV, consiguió algo que muy pocos pueden: reunirse con el presidente de los Estados Unidos en la oficina oval de la Casa Blanca, pedirle un deseo y que le sea concedido. Lo interesante del caso es que la famosa protagonista de su propio reality show en E! (Keeping Up with the Kardashians) no pidió nada para ella, sino que usó su influencia para tratar de liberar a una abuela negra de 63 años, presa desde hace 22 años por una ofensa no violenta y que estaba condenada a estar en prisión toda su vida sin libertad condicional.
Una semana después de la reunión que dio mucho que hablar, y que obviamente masacraron los medios que cubren la política de Washington por considerarla poco seria, Trump llamó a Kim este miércoles para avisarle que estaba a punto de firmar el perdón presidencial para Alice Marie Johnson (63). Kim la llamó a la cárcel para contarle que quedaría libre ese mismo día y lloraron juntas. Ahora, actrices como Jessica Chastain la llaman “genia” y los abogados de presos hacen cola para pedirle que los ayude a liberar a sus clientes. El país tiene la mayor población carcelaria del mundo y hay muchos queriendo una urgente reforma de la justicia criminal.

