Víctor Rodolfo ‘el Chato’, ‘el Tío’ o ‘el Negro’ Camargo es de esos delincuentes que terminarán protagonistas de las trágicas páginas policiales de San Juan: se fugó de la Central de Policía, robó millones acá y en Mendoza, tejió relaciones con algunos sectores de la política y lideró la banda de narcotraficantes más grande que haya conocido la provincia, tal vez el delito más repugnante de todos los que tiene por el impacto en niños y jóvenes, algo que sólo el tiempo logra medir con exactitud. A pesar de ese frondoso prontuario, todos los actores de la Justicia local como federal coinciden en que la mayor virtud de Camargo es la reinvención. La capacidad de reinventarse es como una chispa que mantiene vivo a quien lo decide a pesar de cualquier inconveniente, y "el Chato" la tiene, parece. El encierro del Penal de Chimbas no le impidió rearmar su banda con otros cómplices y seguir con las suyas. Camargo y otros que usan la cárcel como hotel casi gratuito para delinquir, más un par de hechos de sangre de las últimas semanas, rebalsaron el vaso del ministro de Gobierno, Emilio Baistrocchi, quien sospechando una obvia complicidad de algunos -pocos- empleados del Penal, pateó el tablero y descabezó la plana mayor del Servicio Penitenciario. Además, echó a una treintena de guardiacárceles, según confiaron a DIARIO DE CUYO fuentes de la Policía y luego admitieron (a regañadientes) fuentes oficiales. Una parte de esos 38 ahora exempleados se enteraron anoche de su nueva condición y otros esta mañana. Es una jugada arriesgada la del funcionario y así la analizan encumbrados funcionarios, ya que si sale mal, complicará a todo el Gobierno.
Fuentes del Poder Ejecutivo dijeron anoche a este diario que la idea era comunicar la decisión a los actores principales primero para luego hacer una conferencia de prensa, algo que no se sabe si ocurrirá o al menos este diario no pudo confirmar, ya que los datos comenzaron a filtrarse desde ayer a la mañana y finalmente anoche el Gobierno debió admitir lo que ocurría, un poco desorientado por la propalación del secreto. Las fuentes consultadas aseguraron que la razia de la cúpula empezó a tejerse desde hace tiempo y no solamente por el caso Camargo, también influyó el crimen de José Luis Alé Maldonado y otros problemas, pero que recién pudo concretarse en las últimas horas, aunque no dieron razones. El prontuario de Camargo, probablemente, haya acelerado las acciones (Ver página 3). Según pudo saber este diario, el organigrama del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) sufrirá varias modificaciones, al margen de los cambios de nombres propios. Al menos hasta ayer tenía un director, un subdirector, un subprefecto, cinco alcaides mayores y un subalcaide. Con estas modificaciones, los cargos de alcaides mayores y el del subprefecto ya no existirán.
Para concretar rápidamente la movida en el gobierno se tomaron de un artículo de la ley del SPP que indica que si un empleado de bajo rango es ascendido, el resto hacia arriba debe ser pasado a disponibilidad, es decir, deben echarlos. Sin quererlo, ese rol lo cumplirá el subalcaide Víctor Videla, quien pasará a ocupar el sillón de subdirector, donde estaba el prefecto (que es la jerarquía más alta y ocupa la subdirección del penal) Mario Varela. Entre uno y otro extremo de Videla y Varela, hay otros cinco cargos. Baistrocchi echó también al subprefecto (jefe de cuerpo, literalmente tiene el mando de todos los penitenciarios) Víctor ‘Diablo’ Reinoso; y a los cuatro alcaides mayores: Daniel Quinteros, quien estaba de parte médico, Estela Vargas, quien fue separada de sus funciones por otros motivos, a Eduardo Mendoza (libre pero sin trabajar) y a Mauricio Díaz (detenido en el mismo servicio), los dos últimos procesados por el caso del peligroso reo Federico Elías Fernández Santa Lucía, quien denunció haber sido torturado dentro del Penal.
Pero la razia no termina ahí, ya que también se inició sumario administrativo y pasaron a disponibilidad los cuatro guardias que estaban la noche de la muerte de Alé Maldonado, el preso que creían que se había quitado la vida al ahorcarse con una sábana, pero después la autopsia reveló que había fallecido por asfixia debido a un estrangulamiento. Lo mismo pasó con otros 18 empleados quienes, estando a cargo de la requisa de los pabellones, dejaron pasar drogas, celulares y puntas, elementos que fueron encontrados luego en un allanamiento. Igual suerte corrieron otros diez guardiacárceles que fueron pasados a disponibilidad casi por el mismo motivo que los anteriores, no hacer bien las requisas. Por información proporcionada por el Ministerio de Gobierno, en 2017 hallaron 353 teléfonos en poder de los internos y en lo que va de 2018, otros 52. A las visitas les pudieron detectar solamente 93 entre el año pasado y lo que va de éste. En el entorno de Baistrocchi no pueden creer la cantidad de requisas mal hechas que se produjeron el año pasado.
Los Kapanga o Pata de fierro, en la mira
Los Kapanga, en el ‘idioma’ del interior del SPP, son los delincuentes que lideran el pabellón. Fuentes del Penal que ya sabían de la movida dijeron ayer a este diario que la orden que tienen es vigilar de cerca a esos líderes, porque serán los más perjudicados con la movida del Ministerio de Gobierno. Los Kapanga o Pata de fierro no solamente manejan a sus compañeros y son los que comercializan y designan tareas al resto, son los que tienen contacto con el exterior y los que negocian con los guardiacárceles corruptos. Una alta fuente de Gobierno contó que hasta hay un video en el que se ve a un guardiacárcel aceptando órdenes de esos presos. En el Ministerio saben que todo lo que van a hacer puede ocasionar protestas internas, incluso de las más fuertes, porque están socavando las estructuras corruptas de dentro de esa institución. Por eso ya dieron instrucciones de vigilar especialmente a los líderes.
Desde el Gobierno provincial admitieron anoche que la decisión que tomó Baistrocchi es arriesgada de punta a punta, y que les puede traer más de un dolor de cabeza, ya que se comienza a desmembrar el hilo de un ovillo que ni siquiera quienes trabajan adentro del Penal pueden dimensionar. Había nerviosismo y llamadas continuas entre el ministro y el gobernador Sergio Uñac, para saber cómo marchaban las acciones, a medida que los involucrados se fueran enterando de las decisiones. Lo mismo ocurrirá en días sucesivos cuando a los internos les vaya cayendo la ficha de la falta de corrupción, de drogas, de sexo, y de tantos otros beneficios no legales que tenían hasta hoy.
38 son las bajas que produjo el Ministerio de Gobierno desde ayer a hoy.
Así describía el periodista y corresponsal de La Nación, Juan Carlos Poblete, al Penal en su cobertura de la histórica fuga ocurrida en 1999. Según una crónica de DIARIO DE CUYO del 5 de noviembre, ‘El récord de evasiones lo lideran Carlos ‘El Incendiario’ Guevara, que cayó muerto en un tiroteo, y Miguel Ángel ‘El Taza’ Albornoz, con cuatro fugas cada uno’. El Penal de Chimbas nunca tuvo buena fama, y se la ganó de principio a fin. Nació en 1959 de manera muy precaria, ya que el espacio se trataba de una ‘granja adaptada’, como le decían en aquella época, un poco admitiendo que el lugar no servía para los usos que le daban. Luego fue mutando hasta llegar al día de hoy, un edificio con capacidad para 560 personas, que alberga unas 1.500 aproximadamente. Los planes del Gobierno incluyen modificar una ley para poder incorporar los 150 egresados, y no los 50 que le impone como límite la norma vigente.