Tenían esa necesidad de ser campeones. De ganar algo… De recuperar ese orgullo de ser Bohemio. Tenían esas ansias de gloria y fueron por ella al Bicentenario. Sabiendo que el premio de esta Primera Rueda es sentirse el mejor y quedar ya anotado para la Superfinal que a fin de año coronará al mejor de la Liga Sanjuanina. Solo eso, pero para Sportivo Peñarol y su gente era su momento de gloria.
El que necesitaba y el que cuajó ganandole a un dignísimo Atenas Pocito que vendió carísima su derrota y que tal vez pudo haber tenido otro resultado. Pero a las finales hay que ganarlas, no jugarlas y con toda la carga emotiva que implica definir cualquier título, Peñarol y Atenas entregaron un primer tiempo intenso, durísimo. La sorpresa fue propiedad Bohemia porque a los 14’ en un centro desde la izquierda de Cano que peinó en el camino Chávez, le sirvió el primer gol de la final a uno que no perdona como Raúl Figueroa que cabeceó sin piedad. 1-0 en la primera llegada a fondo para Peñarol como para dejar en claro que era su tarde. La primera gran polémica se dio apenas tres minutos después cuando el árbitro Gabriel González no sancionó con penal una mano de Alejandro Brizuela en el área.
Atenas se descontroló y perdió a su técnico Pallaroni en ese momento de confusión.Le costó reacomodarse pero a los 23’ ya anunció que podía cuando Kevin Brombale se comió el empate solo debajo del arco tras un gran centro de Juan Castro. Y de tanto buscar, a los 29’ otra vez los pocitanos repitieron la fórmula con el centro de Castro para Kevin Brombale y esta vez les alcanzó para el empate. Era justicia por lo que ambos habían ofrecido en esa primera etapa.
En el complemento, Peñarol volvió a golpear de entrada nomás y esta vez fue Carlos Chavez el que metió un gol de otro partido para poner otra vez arriba al Bohemio que a los 11’ de esta segunda parte empezaba a sentirse campeón. Atenas fue a buscar su premio. Se soltó entero, arriesgó todo y dejó todo lo que tenía en la cancha para tratar de emparejar un marcador que lo tenía abajo. Le faltaron argumentos futbolísticos pero le sobró corazón. Y claro, Peñarol supo cerrarse, esperar su momento y buscó liquidarlo de contra.
No se le dio pero tampoco pasó grandes sofocones a excepción de aquella aparición de Ramón Gómez en el segundo palo, quien definió insólitamente afuera del arco de un seguro Carlos Biasotti. Llegaron las expulsiones. Una de cada lado. Primero se fue Damián González en Peñarol y apenas dos minutos después, Mauro Barrionuevo en Atenas. Pero la realidad ya estaba escrita. Peñarol, el viejo Peñarol, ese que su gente ama con locura, empezó a sentirse campeón con el tiempo a su favor para terminar calentando un invierno que todos disfrutaron en el Bicentenario.
Segunda Rueda
El futuro
Sportivo Peñarol quedó ya clasificado para jugar una hipotética Superfinal a fin de año, siempre que no ganara la Segunda Rueda o Torneo de Verano que corresponde a la segunda parte de la temporada del Oficial.