"¡¿Por qué a mí, Dios, por qué a mis hijos?!". Un mar de lágrimas era Verónica Sarmiento (30), llena de interrogantes y de dolor. Rodeada de un puñado de familiares y amigos, buscaba explicaciones, con una certeza dañinamente inapelable: la muerte de la última de sus 10 hijos, la pequeña Nayerli, con apenas 3 meses cumplidos el último miércoles. Sobradas razones tenía Verónica para estar desconsolada. Es que su beba es el tercer hijo que pierde: en 2006 había perdido a otra beba de 3 meses por broncoaspiración y hace 5 años a un varoncito, durante el sexto mes de gestación.
Los interrogantes de esa humilde mujer se habían trasladado también a una investigación penal, que ayer comandaba el fiscal coordinador de la UFI de Delitos Especiales, Adrián Riveros, con su equipo de colaboradores. Es que había dudas y no se sabía si la nena murió por broncoaspiración o por un golpe que pudo darle su hermanito de 2 años, pues tenía parte de su cabeza morada. Finalmente se comprobó con la autopsia que la muerte no fue violenta.
Este diario entrevistó a la destruida mamá en su casa del barrio Huarpe, en Pocito, y allí contó que cuando se despertó, ayer en la mañana, vio a su hijo de 2 años parado junto al placard y a su beba ‘dura’, con parte de su rostro ‘morado’. También dijo que la notebook de su hija mayor había sido desconectada de donde la dejaron cargándose y que apareció a los pies de su cama, debajo de las mantas. Al ver a su nena sin reacción, en el acto le pidió ayuda a gritos a su hija de 13 años para intentar contactar a unos médicos que suelen visitar a una vecina suya con internación domiciliaria. Pero esos profesionales no estaban y alrededor de las 10,30 hubo llamados desesperados a la Policía. Justamente los uniformados fueron los primeros en tratar de reanimar a la beba, pero no hubo caso.
La esperanza pareció renacer en el Centro René Favaloro, donde los médicos lograron reanimar a la criatura -contó la mujer- pero media hora después salió uno de esos profesionales y le dijo que ya nada se podía hacer. También le reveló que creía que la causa de muerte pudo ser una broncoaspiración porque al parecer había salido leche de sus pulmones, lo que luego -por la tarde- se confirmaría con la autopsia. Sin embargo, antes de conocer el resultado Verónica no sabía qué pensar. Aturdida, no descartaba que su hija pudiera haber sido golpeada por su hermanito. Sus dudas también involucraban a su expareja, de quien se separó por el trato violento que sufría y aún sufre, pues ese hombre -explicó- le dijo que ella no tiene permitido estar con nadie más y aún va por su casa para cerciorarse de que así sea. Incluso le rompió el vidrio de una ventana para poder espiarla. Como aún permanece el agujero en el cristal, tampoco descartaba que algún objeto hubiese ingresado y golpeado a su hija. Pero desde Fiscalía ya habían informado que no hubo secuestro de elementos contundentes del domicilio de esa joven mujer, que mantiene a su familia con planes sociales y trabajos esporádicos como empleada doméstica.