
Quedará para la historia, y su análisis posterior, el cambio de rumbo de la líder del kirchnerismo, quien primero promovió para candidato a presidente a un heredero de la "generación diezmada", Wado de Pedro, y luego se decidió por Sergio Massa, de origen ucedeista. Izquierda por un lado, derecha después. Pero habilitó a Juan Grabois, para contener la posible fuga de votos duros, ostensiblemente disconformes con la postulación de Massa. Esta ambigüedad, tiene sus raíces en los orígenes del peronismo, cuando el reclamo de sus seguidores clamó: "Ni yanquis ni marxistas. Peronistas". En ese momento, albores de los ’50, Perón encontró una salida alternativa, que fue toda una novedad frente al escenario mundial que estaba invadido por la "Guerra Fría". Sostuvo la doctrina de la "Tercera Vía" e intentaremos un resumen de esa historia.
La posición abstencionista
Con motivo de la segunda guerra mundial, entre 1939 y 1945, se produjo la necesidad, o la obligación, de un alineamiento del conjunto de las naciones, a favor o en contra de alguna de las partes en conflicto. Los aliados de la gran guerra, encabezados por los Estados Unidos e Inglaterra, se debatían en el campo de combate contra los integrantes del denominado Eje, Alemania, Japón e Italia. Observaban cuidadosamente las simpatías de aquel militar argentino, Perón, con estos últimos. Se había favorecido la estrategia de dejar a la Argentina en una posición abstencionista con respecto a quienes libraban la batalla. Fue así que nuestro país no declaró la guerra al Eje, como sí lo había hecho la mayoría de las potencias occidentales, hasta casi estar culminada la larga contienda.
El 27 de marzo de 1945, recién fue que Argentina, al declararle la guerra al Eje, entró en la Segunda Guerra Mundial. "A fin de identificar la política de la Nación, con la común de las demás Repúblicas Americanas, y solidarizarse con ellas ante amenazas o actos de agresión de cualquier país a un Estado americano, declárase el estado de guerra entre la República Argentina por una parte y el Imperio del Japón por otra". El siguiente artículo consignaba que "declárase igualmente el estado de guerra entre la República Argentina y Alemania, atento el carácter de esta última aliada de Japón". El artículo primero señalaba que "el gobierno de la Nación acepta la invitación que le ha sido formulada por las veinte Repúblicas Americanas participantes de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, y adhiere al Acta Final de la misma". Esta, fue el antecedente de la actual OEA.
Argentina, inserta en el mundo
Al aceptar estas condiciones, nuestro país demostraba que aspiraba a reinsertarse en la comunidad de las naciones, en tiempos en que eran pocos los países europeos con los que manteníamos relaciones amistosas. Por entonces, en el viejo mundo temían que la Argentina fuera una potencial amenaza nazi. Es decir, estábamos a contramano del occidentalismo. Hasta que fuimos a aquella Conferencia.
La Argentina suscribió esas actas, que significaban un pacto de solidaridad recíproca entre los países americanos. Acuerdo que se complementaron con la creación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, de 1947, el famoso TIAR que adquiriera gran relevancia en la Guerra de Malvinas. El entonces presidente Perón declaró "la Argentina es una parte del continente americano e, inevitablemente, se agrupará junto a Estados Unidos y las demás naciones americanas en todo conflicto futuro".
Entonces ocurrió que grupos nacionalistas, bajo la consigna de "Patria sí, colonia no", provocaron disturbios en la ciudad de Buenos Aires por varios días. Veían esta ratificación de las actas como un ataque a la soberanía nacional y una claudicación a la lucha que habían emprendido, el año anterior, contra el embajador norteamericano Braden. Y surge la consigna: "Ni yanquis ni marxistas. Peronistas". Atento a ella, Perón vio llegada la hora de expresar la "Tercera Posición" y sostuvo que "los hombres y los pueblos han aprendido la lección de los tiempos y de las luchas: en los tiempos que corren (es un texto de noviembre de 1951), los únicos que ganan la guerra son los que logren substraerse a ella". Agregó, "el capitalismo en el mundo está muy retaceado. El sistema estatal absoluto marcha con la bandera del comunismo en todas las latitudes y parecería que una tercera concepción pudiera conformar una solución aceptable, en que no llegaría al absolutismo estatal ni podría volver al individualismo absoluto del régimen anterior. Hay que unirlas y ponerlas en marcha paralela, en que armónicamente la fuerza del capital y del trabajo, combinadas armoniosamente, se pusieran a construir el destino común, con beneficio para las tres fuerzas y sin perjuicio para ninguna de ellas".
Eso es lo que pensaba Perón. "Las fuerzas del capital y del trabajo, en armonía". Este artículo, al recordar aquella Tercera Posición, pretende enriquecer el debate político actual.
Por Orlando Navarro
Periodista
