Es mi intención reflexionar sobre el aborto desde una mirada moral, conforme la fe católica, y desde mi condición de laico y abogado. Esto, movido por la reciente sanción de la llamada Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Como punto de partida, el aborto constituye una violación grave del quinto mandamiento: "No matarás" (Éx. 20, 13). Al aceptar que la vida humana comienza en el instante mismo de la concepción en el seno materno, la interrupción voluntaria de su desarrollo es equivalente -aun más grave- a matar a una persona ya nacida.
La norma moral cristiana que surge del quinto mandamiento de Dios, se expresa en el sentido de que "toda vida humana debe respetarse", por lo cual la vida concebida en el claustro materno ha de ser protegida. Ya San Juan Pablo II, en la Encíclica Evangelium Vitae, publicada en 1995, expresó: "… declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente (EV 62)".
San Juan Pablo II, en la Encíclica Evangelium Vitae (1995) expresó: "… declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano…".
También el Derecho Canónico es tajante, el Código de Derecho Canónico, en el canon 1398, a partir de que el aborto mata la vida de un ser humano, lo condena y lo agrava con una censura: "Quien procura el aborto, si este se produce, incurre en excomunión latae sententiae". ¿Qué es esto? En primer lugar, la pena de excomunión significa que el católico con ella sancionado queda privado de recibir los sacramentos hasta tanto le sea levantada dicha pena. Por otra parte, la expresión latina "latae sententiae" refiere a que la pena descripta recae en cabeza de quien realizó la conducta de manera inmediata, esto es, al momento mismo de realizarla, sin necesidad de juicio eclesiástico.
Julián Marías, español, ya en 1979, en su obra "Problemas del cristianismo", se expresaba sobre el galimatías generado por el aborto diciendo que es un grave error plantear el aborto desde una perspectiva religiosa, en cuanto a que su ilicitud nada tiene que ver con la fe religiosa, ni aun con la mera creencia en Dios, sino que se funda en razones antropológicas; para concluir con una afirmación de claridad meridiana: "En el mundo en que vivimos, hay que atenerse, por lo pronto, a lo que es válido para todos. Y la aceptación social del aborto es lo más grave moralmente que ha ocurrido, sin excepción, en el siglo XX (pág. 62)".
¿Qué nos queda a los católicos? ¿Resignarnos? No. Los católicos no nos resignamos, porque tenemos "esperanza". Y es esa esperanza la que nos mueve a comprometernos y trabajar más. Si estamos realmente convencidos de que esta ley de IVE es injusta, puede dejar de ser ley. ¿Cómo? Mediante su derogación. Así como fue sancionada, puede ser derogada. Sin perjuicio de los pormenores relativos a su aplicación y a los controles de su constitucionalidad por parte de los jueces, nosotros hemos de ponernos en marcha. Manos a la obra. A Dios rogando y con el mazo dando. Recemos por nuestros legisladores actuales y los futuros y vamos haciendo todo lo que esté a nuestro alcance, conforme los cauces institucionales, para que esta ley de muerte pronto deje de formar parte del ordenamiento jurídico argentino.
Por Juan Manuel García Castrillón
Abogado.
