En lo esencial, el relato de las víctimas sobre la conducta de su pariente empresario, el prófugo Julio Calívar (59), parece sacado del manual del pedófilo: ambas describieron un acercamiento de tipo paternal, con muestras de protección, con paseos, con regalos, con un montón de gestos que esas niñas, entonces inmaduras e ingenuas, recibieron sin sospechas. Eso sí, cuando creó la conexión emocional comenzó un abordaje más grave, con manoseos en partes íntimas y expresiones tranquilizadoras como decirles que eso estaba bien, porque eran sus niñas y que sólo a él debían permitirle tocarlas. En la versión de esas denunciantes, hoy ya mujeres adultas, se incluyó también una suerte de chantaje: haberles ofrecido casa y comida, porque ambas venían de familias humildes y se los sacaba en cara cuando intentaban resistirse, remarcándoles siempre que eran suyas. Lo que siguió fue de terror: años de violaciones que a una de ellas le dejaron un hijo y a la otra el trauma de haber soportado un aborto cuando tenía 12 años, dijeron fuentes judiciales.
Caso I
Una de las denunciantes aseguró que todo arrancó en 1991, cuando estaba por cumplir 12 años y, con su mamá y sus hermanos, volvieron de otra provincia, a la que la mujer huyó para evitar la violencia doméstica de su esposo. No tenían dónde vivir, entonces apareció su pariente Julio Calívar, por entonces incipiente comerciante, para ofrecerles ayuda. Y empezó a acecharla. Fue el primero en tocarle sus partes íntimas, en verla desnuda, en decirle que no se dejara tocar por sus primos.
La mujer describió que cuando tuvo 13 años pasó a una escuela albergue y dejó de verlo, hasta que salió de allí y a los 15 volvió a frecuentarla: entonces, en un cumpleaños, le reiteró que era su preferida, su niñita, "la mujer perfecta para cualquier hombre".
A los 17, la buscó para que cuidara de sus hijos y ahí empezó a chocarle que la manoseara, sobre todo porque tenía un novio, con el que vivía en pareja y del cual tuvo su primer hijo. Como no tenían donde vivir, les dio casa, trabajo a su pareja y a ella también. Hasta que la joven se separó y no se aguantó más: un día, al salir del trabajo, la llevó a un hotel alojamiento y comenzó a violarla y eso ocurrió prácticamente todos los días, durante un lapso de 3 años. Entonces tenía 23 años y en ese período quedó embarazada y tuvo un hijo del empresario.
Y los abusos no cesaron, hasta que sintió asco de sí misma, de tener que llevar esa vida a cambio de comida y un techo, y cortó con el dañino vínculo.
Caso II
Con la otra pariente pasó casi lo mismo, con una excepción: no demoró en llegar a violarla, pues comenzó a someterla cuando tuvo 10 años y lo repitió las veces que pudo, cuando lo visitaba por necesidad, por tener un plato de comida, según comentó.
Lo más traumático para esa mujer fue el aborto al que fue sometida por una curandera cuando tuvo 12 años. Los abusos -según el relato- continuaron con intermitencia a lo largo de los años y con la constante de tener que trabajar para él por necesidad. Y cesaron recién cuando era ya adulta, aunque aún le remarcaba que "era suya". Hasta un escándalo le hizo en el trabajo cuando llegó a buscarla su novio.
Fue entonces que supo también de los abusos que había sufrido su otra pariente.
Ahora, ambas mujeres serán sometidas a una pericia psicológica para saber si mienten o no y si presentan el inconfundible daño psíquico que dejan los abusos sexuales.
El caso prosperará siempre que Calívar sea capturado, se defienda y la Justicia decida qué será de su suerte.
La hija, libre, el yerno sigue preso
El juez Benedicto Correa y la fiscal Claudia Salica, escucharon ayer la negativa a declarar de la hija y el yerno de Julio Calívar en el Quinto Juzgado de Instrucción. Según fuentes judiciales, el magistrado les imputó encubrimiento agravado, porque sospecha que en abril pasado llevaron al empresario en auto hasta Chile. Entonces estaba a punto de ser indagado por tres hechos de "abuso sexual gravemente ultrajante" contra una menor de 11 años, hija de un matrimonio que era amigo de Calívar, precisaron.
Fernando Echegaray dijo que la imputación contra la hija de Calívar "no tiene ningún asidero jurídico", pues el encubrimiento no es imputable entre parientes. La joven recuperó ayer su libertad, su marido aún sigue preso.