Remordimiento quien no lo tiene, o lo que es lo mismo remordimientos todos tenemos. O, en su defecto, la ventajosa superioridad de hoy y de siempre fue no tener un solo remordimiento, sentirse por completo inocente.

Que los fusilen. ¡Y se cumplió!, para bien de la política, para mal de la humanidad. Juan Manuel de Rosas, también conocido como el Restaurador de leyes, hizo estremecer la naturaleza. Pero él no se estremeció ni poco ni mucho, y la historia ambientada por el poeta Arturo Capdevila (Córdoba 1889-Buenos Aires 1967) se volvió al presente.

 

Ladislao junto a Camila, antes de su muerte.

 

 

"El cura Gutiérrez caminó al patíbulo con su negra levita abotonada, pálida la cara, de barba entera, y ella, Camila, marchaba a su izquierda, vestida de blanco, alta delgada, bien repartida. No le valió para salvarse ni su futura maternidad comprobada, …Camila, la que sólo 19 años contaba”. 

Podrá decirse, crueldades de aquellos años, modalidades, formas de la época. Pero viviendo ese amor desgraciado no tuvieron ellos ocasión para la muerte mansa, la que nos hace cerrar la mano, antes de llevarnos el alma. 

Y un día cualquiera, por esas vueltas de la política que registra la historia vuelve la muerte sin séquito, sin temores ni efectos colaterales según algunos, con sombras y visiones tremendistas para otros. Creemos que ese ser que se abre a la vida, sea en un ambiente rico o pobre de este mundo, no sabe nada. Y, sin embargo, puede no ser lo mismo. Algo moral tienen que irnos dejando esos tiernos seres que vienen con sus células replicando.

Vaya a saberse con qué direccionalidad usó de las palabras el presidente Macri obrando tales como fenomenal acicate. Por lo pronto, se espera un debate maduro y responsable que disipe tales tinieblas en una zona moral de un pueblo atravesado también por ideologías de la mera política.

Salta a la vista, otorgar libertades que dan derechos sobre terceros se ven aquí potencialmente limitadas por las circunstancias de otra vida. Toda audaz reivindicación de la espontaneidad y singularidad del ser humano acaso nos exige, no que renunciemos a nuestra libertad pero sí que aceptemos limitarla de una u otra forma. 

El pretendido mandato ejercido por las autoridades, la costumbre o la opinión merece en este caso un Congreso de la Nación Argentina que aclare trabajando con vehemencia y menos gestualidad.

Da gusto conjeturarlo. Si se desea progresar en la prevención de crímenes contra la humanidad la memoria es un depósito que guarda y devuelve imágenes horrendas. Queda para el intelecto conectar la historia a través de los acontecimientos, sin la exigencia de hacer comparaciones incomparables. 

Los restos del Brig. Gral. Rosas fueron repatriados desde Inglaterra y llegaron al país el 30 de septiembre de 1989. La necrofilia retardataria es también patrimonio de los argentinos.

 

 

Por Rolando B. Montenegro  –  Profesor de Cirugía FCM UNC