Tanto lío para que Messi juegue para Argentina y que los españoles no lo roben para su Selección, que tendríamos que haber puesto todo ese esfuerzo en hacerlo argentino a Cristiano Ronaldo. Ese sí que marca la diferencia y es determinante en los partidos que valen. Dos ejemplos al pie: Messi te remata un tiro libre al final del partido y pega en la barrera (frente a Islandia). El portugués tiene una oportunidad idéntica y la clava en un ángulo (con España). Messi te erra un penal clave y Cristiano le mete tres a España.

Esto era fácil de ejecutar, más cuando manejaba el fútbol Don Julio Grondona. Le inventábamos padres argentinos a Cristiano, le hacíamos decir "che’, "boludo’, "me gusta el dulce de leche y el asado’, y listo: lo nacionalizábamos y tema solucionado. Además, ¡la guita que haríamos con el marketing! En vez de auspiciarnos un pan lactal nos ponía la guita un gel; tendríamos más mujeres viendo la Argentina y comprando camisetas. No nos avivamos, che.