Una decisión mediante el ya célebre VAR, derivó en el penal que en el descuento transformó en gol el iraní Karim Ansarifard y que evitó la victoria de Portugal en Saransk (1-1), condenándolo al segundo puesto del grupo y a una eliminatoria de Octavos ante Uruguay.
Los recelosos de la tecnología se cargaron de argumentos en el duelo del Mordovia Arena. Los monitores acapararon una atención que no reclamó el césped. Ante la escasa efectividad y las pocas ocasiones fueron los televisores los que gestaron las acciones más importantes en un duelo con más intensidad que juego.
Hasta en tres ocasiones, decisivas, el VAR entró en escena. La primera, para indicar un penal a favor de Portugal, al inicio de la segunda parte, que desperdició Cristiano Ronaldo. Después, para juzgar una posible agresión del capitán portugués sobre Morteza Pouraliganji. El árbitro, el paraguayo Enrique Cáceres, miró y miró la acción. E interpretó. Algo vio. No supo el qué y sacó tarjeta amarilla.
"Hay millones de dólares invertidos y cinco personas viendo. Y todos tardan en saber cuál es la verdad. Esto del VAR es una mentira’.
Finalmente, la tecnología dictó sentencia. Con Irán agitado por lo que consideró un agravio protestó una jugada dentro del área, casi al fial. Una pelota que dio en la mano de Cedric en la puja por la pelota de Sardar Azmoun. No desperdició el tiro desde los once metros Karim Ansarifard, que dio el empate a su equipo. El gol sólo valió para firmar el final honroso de un grupo batallador que sigue sin poder superar la historia y alcanzar la fase de grupos por primera vez. Ahora a Portugal se le vendrá la "Celeste’. Ni más ni menos.