En los últimos meses se ha advertido un excesivo aumento de los precios de los fármacos que se utilizan tanto para tratamientos altamente especializados, como en las patologías más comunes que padece la mayoría de la gente. Los porcentajes, si bien no están debidamente especificados y varían según quien los mida, es una realidad que superan ampliamente al índice de precios al consumidor, con el que se mide la inflación. Tampoco tienen relación con los deslizamientos cambiarios de los últimos meses, ni con ajustes en erogaciones del sector de los laboratorios que están congeladas desde diciembre del año pasado.
Una de las entidades que ha encendido la luz de alarma en relación a este aumento excesivo es la Unión Argentina de Salud, entidad que nuclea a clínicas, sanatorios, hospitales, centros de diagnóstico, obra sociales y servicios de urgencia, que atienden alrededor del 70% de la población. El otro 30% es atendido por el sistema de salud pública con costos que no inciden directamente en los beneficiarios.
Los aumentos son notablemente excesivos en medicamentos para enfermedades que requieren tratamientos de alta complejidad, incluyendo los que se están realizando a quienes han contraído Covid-19. El ajuste es un poco más leve, pero igualmente oneroso respecto de su incidencia en el presupuesto familiar, para medicamentos que se utilizan en el tratamiento de enfermedades un poco más comunes, pero más generalizadas entre la población, como pueden ser las enfermedades cardiovasculares, respiratorias, diabetes, distintos tipos de cáncer, enfermedades perinatales y maternas y las mentales.
Según el Observatorio del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar) la mayor incidencia de aumento de precio de los fármacos fue durante agosto y septiembre. En estos dos meses superaron por lejos la inflación que fue del 2,7% y 2,8% respectivamente, de la misma manera que lo está haciendo en octubre, violando un acuerdo "no escrito" que los laboratorios habían pactado con el Ministerio de Salud de la Nación. Ante esta situación, el Gobierno nacional tendrá que salir a establecer reglas claras para evitar que la industria farmacéutica continúe con una práctica que ya está provocando serios inconvenientes entre la gente.
En un país donde la situación económica se muestra muy precaria y donde se intenta controlar por distintos medios la escalada de los precios que es propia de la inflación, no se puede permitir que un sector como el de la producción de medicamentos tenga la posibilidad de ajustar deliberadamente los precios sin ningún tipo de contemplación, y sin respetar acuerdos por más tácitos que sean.
