Nelson Mandela.

 

En treinta años, el Premio Sájarov ha apoyado la lucha de escritores, periodistas, pacifistas, defensores de derechos humanos o disidentes políticos y, en cuatro ocasiones, ha galardonado a personas que también obtuvieron el Nobel de la Paz. El disidente soviético Andréi Sájarov dio nombre en 1988 al Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia que concede el Parlamento Europeo (PE).

La lucha del “padre” de la bomba soviética de hidrógeno, un físico que terminó repudiando la carrera armamentista, le valió el Nobel de la Paz en 1975, que recogió su segunda esposa, Yelena Bonner, porque la URSS le impidió viajar a Oslo.

El galardón, que él brindó a “todos los presos de conciencia” del bloque comunista, le complicó aún más la vida a un hombre que lo había tenido todo y que pasó a ser despreciado públicamente, además de perder sus principales lazos familiares.

Cinco años después, cuando sus críticas se centraban en la invasión de Afganistán, se le acalló imponiéndole un exilio interior en Gorki (Nizhni Nóvgorod), una ciudad cerrada a los extranjeros a unos 400 kilómetros de Moscú, hasta que el último líder de la URSS, Mijaíl Gorbachov, lo liberó y rehabilitó a finales de 1986.

En los tres años que le quedaban de vida, en plena “Perestroika”, Sájarov pudo viajar a Estados Unidos y Noruega. Fue diputado del Parlamento y llegó a vivir la concesión del primer Premio Sájarov.

Precisamente ese primer galardón recayó en 1988 en el que sería Nobel de la Paz 1993, Nelson Mandela, y en el difunto disidente soviético Anatoli Marchenko, y fue entregado en febrero de 1989 en Estrasburgo a un nieto y la viuda, respectivamente.

Mandela seguía bajo arresto domiciliario por liderar la lucha contra el “apartheid” en Sudáfrica, país que presidió entre 1994 y 1999.

Liberado tras 27 años de prisión, el 13 de junio de 1990, Mandela pudo agradecer el galardón en el Europarlamento. En los años siguientes, compartieron ambos galardones la antigua disidente birmana y hoy líder de facto de Myanmar Aung San Suu Kyi, la Organización de las Naciones Unidas y la activista paquistaní Malala Yousafzai.

Suu Kyi ganó en 1990 el tercer Premio Sájarov por su defensa de la democracia en plena dictadura en Birmania, que pudo recibir 23 años después. En 1991, recibió también el Nobel de la Paz “por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos”.

La política, hija de Aung San, héroe de la Birmania independiente, pasó más de 15 años privada de libertad, hasta 2010. Desde 2015 lidera de facto su país.

El 13 de septiembre de 2017, el pleno del PE reprobó a Suu Kyi por la violencia contra los rohinyás y se planteó “la necesidad de estudiar si el Premio Sájarov puede ser revocado”.

La ONU fue galardonada con el Sájarov en 2003 “por su labor en aras de la paz, los derechos humanos y las libertades fundamentales”, dos años después de recibir, junto a su entonces secretario general, Kofi Annan, el Nobel “por su trabajo para un mundo más organizado y más pacífico”. También hizo doblete de galardones la adolescente paquistaní Malala, la ganadora más joven de ambos premios internacionales. 

La muchacha tenía 15 años cuando sufrió, en 2012, una agresión de insurgentes talibanes en el valle de Swat, empeñados en impedir la educación femenina en ese rincón de Pakistán que entonces habían arrebatado al Ejército. Le dispararon en la cara, pero sobrevivió, dando voz y rostro a un activismo por el que en 2013 recibió el Sájarov y en 2014 el Nobel.